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“¿Tú eres...?”

Otro día de escuela al cual asistir, otro día sin muchos ánimos.

Sigue sin estar acostumbrado a levantarse temprano por lo que tenía sueño, y bastante, sumado que la espera es aburrida no para de cabecear.

Soarinng ve como lentamente su aula comienza a llenarse con alumnos que muy probable ni sepan su nombre, tampoco es como él esté muy interesado en saber el de los demás.

Hasta el momento agradecía pasar por desapercibido, no captar la atención tenía sus ventajas.

Sentía que en cualquier momento caería ante el sueño, ya no sabía que hacer. Se pellizcaba suavemente su brazo para intentar que el ligero dolor lo mantuviera despierto, algo que funcionó a medias.

Su mirada no se despegaba del suelo, en realidad ni lo veía y tampoco es que tuviera un pensamiento claro.

El saludo de una voz femenina captó su atención, al voltear observó a la maestra ordenando sus cosas en el escritorio, se veía de buen humor, ¿cómo puede estarlo? Si él que es alumno desearía no estar ahí; ahora ella que tiene que estar al pendiente de un montón de jóvenes.

Comenzó a explicar el tema y a realizar apuntes en el pizarrón por varios minutos de vez en cuando resolviendo dudas. Soarinng hacia su mayor esfuerzo en concentrarse, sus apuntes apenas y eran entendibles.

Todo iba bien hasta que la oyó decir: “En equipos de cuatro” antes de la explicación de la actividad. ¿Ahora que se supone que haga?

Los demás se reunían con sus amigos, todos a su alrededor ya tenían el equipo completo, nadie le hablaba o conocía, ¿podría hacerlo por su cuenta? Lo único que podía hacer era voltear a sus costados buscando si era el único en esa situación, al ver que sí se sintió mal consigo mismo por estar en esa situación.

Pasar por desapercibido también tenía sus grandes desventajas.

Con desinterés comenzó a hacerlo por su cuenta pues no le quedaba de otra. Ya había empezado a escribir con lentitud.

——¡Hola! ¿Te gustaría estar en nuestro equipo? Justo nos falta uno.

Levantó la vista encontrándose con un jovén castaño algo alto, en su mirar se le notaba como alguien energético.

——¡Hola! Sí, eh... no estoy con nadie, en un momento llevo mis cosas —Estaba demasiado nervioso.

——Mejor te ayudo para más rápido —Dicho eso tomó la mochila de Soarinng y su libreta comenzando a caminar hacia donde él se sentaba. Soarinng recogió lo poco que le quedaba para comenzar a ir en su dirección.

Ahí en un intento de círculo estaba el chico que anteriormente le había hablado y otros dos, un chico y una chica.

——¿Por qué tengo que ser yo quien vaya por ustedes?

——Tienes carisma —respondió rápido el otro joven que desconocía.

——No pues gracias.

Soarinng de inmediato dejó con delicadeza sus cosas en la butaca vacía sin provocar ruido, oía la conversación sin ser participe dado que no emitía ningún sonido.

Al poco tiempo pareció ser notado por el chico que se había llevado sus cosas momentos antes, primero le dejó el cuaderno y después la mochila con cuidado.

——Soy Estailus, un gusto —Le extendería la mano. Soarinng pondría su mochila en el suelo rápidamente para no dejarle con la mano estirada.

——Un gusto —habló en casi un susurro—. Soy-

——Él es Lucasta y ella es Mictia —Ambos jóvenes lo saludaron—. Son sus sobrenombres porque dicen que les pusieron nombres bien genéricos.

——Mínimo no tenemos nombre de que vamos a asaltar —dijo Lucasta.

——Shh, cállese, que era mi secreto.

——Exacto, "era".

——¿Tú cómo te llamas? —Esta vez fue Mictia quien tuvo la palabra.

——¿Yo? Em... Dígame Soarinng, también es apodo por eh... una situación.

——¿Acaso parece que tus papás no te quisieron y te pusieron un nombre todo feo? Lo entiendo, no te preocupes.

——En serio, ya cállate, por favor.

——Ya hay que hacer esto, luego platican.

Mictia tras notar que Soarinng seguía de pie le hizo un ademán de mano para que lo hiciera, su seña fue captada correctamente, eso siendo mostrado con su acción.

Contrario a lo que llegó a creer si trabajan bien, con bromas entre medio, pero eso no evitaba que fuera efectivo.

Agradecía cada esfuerzo que hacían para integrarlo, se sentía a gusto con ellos uniéndose de vez en cuando a la conversación.

No pasó mucho cuando lograron terminar. Estailus se levantó, tanto Mictia como Lucasta sabían lo que significaba aquello.

——Vamos —le dijo Lucasta a Soarinng, haciendo un gesto con la cabeza una vez tuvo su atención.

Los cuatro jóvenes se acercaron al escritorio de la maestra para que les revisara, en la fila conversaban en voz baja buscando evitar el regaño.

Cuando el primero de ellos pasó no tardó mucho cuando todos ya habían sido calificados. Ya con más tranquilidad volvieron a sus asientos.

——Muchas gracias —comenzó Soarinng—. De no ser por ustedes lo hubiera hecho solo —Soltó una risilla después de eso.

——No es nada —respondió Lucasta—. A propósito, ¿no te gustaría juntarte con nosotros?

Se quedó quieto tras oír la pregunta, ¿era en serio? No tuvo que pensarlo tanto.

——Sí, está bien.

Una casualidad -DuxarinngDonde viven las historias. Descúbrelo ahora