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Llego a la fortaleza completamente desesperada

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Llego a la fortaleza completamente desesperada.

- ¿Y el rey? ¿Dónde está mi esposo? - preguntó al primer guardia que se le cruzó enfrente.

- Ahora mismo está en una reunión con el consejo su majestad.

- Le agradezco.

- A sus órdenes su majestad.

Emprendió camino al salón del consejo, abriendo las puertas levemente siendo presentada por los guardias que cuidaban la entrada.

- Reina Joelene - habló el Gran Maestre Orwyle y todos los miembros del consejo se pusieron de pie  - Rezábamos a los dioses por su pronto retorno a King's Landing.

- Le agradezco Maestre...

- Díganos, por favor, que logro algo en su viaje a Dragonstone - habló Otto, quien permanecía sentado al lado de su esposo.

- Es un tema que debo hablar en primera instancia con el Rey, Ser, espero no sea impertinente pedir privacidad con mi esposo - todos asintieron y levantaron la sesión. - Que nadie entre - aviso a los guardias y cerró las puertas.

- ¿Estás bien? - acarició su rostro. - ¿Lograste su rendición?.

- No creo acepten un acuerdo, no uno que venga de ti, incluso si yo actúo como intermediaria - durante el vuelo regreso a King's Landing pensó en cuanto dejaría de vivir si su único propósito a partir de su boda era resolver los problemas del reino. Como reina consorte tal vez era parte de su deber pero también quería un papel como esposa, y no como esposa del rey, si no como amante de un hombre que prometió conquistarla. - Y no gastaré todo nuestro tiempo impidiendo algo que tal vez ya estaba destinado a suceder.

Se apresuró a besarlo, deslizó las manos desde el cuello del joven rey hasta enredarlas en su cabello al parecer recién lavado, acercándolo a ella aún más, sus lenguas jugaban entre sí, él bajo su toque desde la espalda de su amante hasta sus posaderas.

Joelene introdujo su mano dentro de los pantalones de Aegon y tocó su miembro estimulándolo poco a poco para que estuviera listo a ella.

- ¿Ahora? - se separó del beso, el cual se había alargado, soltando un jadeo.

- Te lo dije, volvería a ti - volvió a besarlo, para ella y para cualquier ser humano el sexo no tenía horario ni fecha. Cuando las pasiones se juntan el deseo no se controla. Una mirada basta para saciar dos cuerpos ávidos de manos, bocas, lenguas y tacto. No importa el lugar, solo importa lo que se quiere hacer y con quien se quiere hacer.  Y ella hacia mucho tiempo deseaba a Aegon.

Joelene llevaba un vestido azul, ajustado a sus pechos que resaltaban sobre su figura y un pintoresco sombrero que decía "realeza". Rápido se deshizo del sombrero incómodo y su esposo le ayudó a deshacer el nudo que aprisionaba sus senos, liberándolos por completo ante el.

Lozanía en la Piel  - Aegon II TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora