Diecisiete

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Jungkook

Para el momento en que Jungkook y Taehyung dejaron la casa, ya era más de mediodía. El desayuno se había convertido en un brunch mientras que ambos atendían su par de resacas leves, aunque la de Taehyung estaba mucho peor que la de Jungkook. Se dejó las gafas de sol puestas, incluso bajo las sombras del patio, mientras que bebía de su café negro como si se tratara de un psicópata.

Recibían muchas miradas furtivas de otros clientes, pero era difícil decir si lo hacían porque reconocían a Jungkook como uno de los Jeon o si solo observaban a dos individuos claramente con resaca. De cualquier forma, mantenían las distancias, y Jungkook hacía todo lo posible por concentrarse en Taehyung y en lo que él necesitara.

Aparentemente, lo que necesitaba no era otra cosa que una pila más alta que él de panqueques y tocino grasiento y apenas cocinado. Jungkook, por su parte, pidió tostadas francesas recubiertas con almíbar y azúcar pulverizada. Pasó la mayor parte del tiempo observando como Taehyung devoraba la intimidante cantidad de comida en lugar de disfrutar de la suya propia.

—¿Por qué estás mirándome? —preguntó Taehyung finalmente, su tono lleno de sospecha y el tenedor con panqueques congelado a mitad de camino hacia su boca.

Jungkook le sonrió.

—¿Porque me gusta mirarte?

Taehyung le devolvió la sonrisa como si no pudiera evitarlo.

—Hoy me veo como la mierda.

—Todavía hermoso, aún así. —contratacó Jungkook, observando cómo el rubor se extendía a lo largo de las mejillas de Taehyung.

—¿Todos los psicópatas son buenos coqueteando? —preguntó Taehyung, su tono sugería que solo era medio en broma.

—¿Honestamente? Sí. Es por eso que las personas hablan de lo encantadores que son los asesinos. Somos muy buenos pretendiendo ser como los demás. Pero es toda una actuación. La mayor parte del tiempo, no sentimos lo que decimos. Pero, en este caso en particular, digo la verdad. Me encanta la forma en que está construido tu rostro. Tus ojos marrones, tus labios. Me hace feliz observarte.

—Oh, por Dios, detente. —dijo Taehyung en una risa, cubriéndose la mitad del rostro con las manos—. Me estás avergonzando.

—Lo sé. Te estás poniendo rojo. —dijo Jungkook, inclinándose hacia adelante para observarlo mejor.

Taehyung le quitó las gafas de sol y las dejó sobre la mesa. Jungkook entonces notó las cámaras en ese momento y supo que las personas no podían resistirse a fotografiarlos y a grabarlos juntos y lo enamorados que parecían.

Jungkook deseaba ser capaz de amar a otra persona. Si el pudiera querer a alguien más, sería a Taehyung. Solamente a Taehyung. Pero él no podía. Solo podía ofrecerle protección, mimarlo y darle muchos panqueques y orgasmos. Esperaba que eso fuese suficiente. Esperaba que Taehyung nunca cambiara de opinión, porque la verdad, es que no pensaba dejarlo ir. No era capaz. Pero, él ya se lo había advertido a Taehyung, así que solo esperaba que se hubiese tomado la amenaza en serio.

—Prepárate para otra avalancha de seguidores y etiquetas en Instagram. — murmuró, sin mirar hacia los paparazis aficionados.

—¿Por qué solo nos atrapan cuando me veo medio muerto y tú te ves todo sexy? —preguntó Taehyung.

—Primero: tú siempre te ves sexy, y segundo: porque tengo el hábito de alimentarte cada vez que estás triste.

—¿Todavía me querrás cuando esté gordo y feliz?

DESQUICIADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora