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—Has estado algo callada desde que regresaste con las señoras —comento Lorenzo quien observaba las bolsas —No me trajiste nada.

—Es salida de chicas, no te iba a traer nada.

—Pero...Al menos no es un dulce.

—No eres un niño.

—Pero tengo alma de niño —hizo un puchero que ella no tenía ganas de reír, pero él lograba hacerlo.

Adara suspiro saco algo de su bolsa, y le mostro unos caramelos que el sonrió y tomo de su palma de su mano.

Lorenzo destapo un caramelo que llevo a su boca, ella rodo los ojos, pero él tenía otro plan, la abrazo y sometió con sus dedos las mejillas de Adara tiernamente y la besos pasándole el caramelo en su boca.

—Ahora sabes a mí —dijo con descaro que ella puso su mano en su rostro.

—Sandia —le respondió ella.

—Pero me gusta más tu sabor que la sandía.

—¡Lorenzo!

—¿Qué? Vamos te vas a poner así, sonrojada, no tiene nada de malo decirte, que me gusta comerte aquí —ella abro los ojos ante el atrevimiento de Lorenzo, —Estas poniéndose caliente, puedo bajarlo si gustas.

—El que está caliente eres tú, no yo, iré a darme un baño.

—Mejor nos bañamos los dos, y ahorramos agua.

—Dios contigo no se puede.

—Pues no sé qué vas hacer porque déjame decirte que con este no puedes te vas a casar, y no solo eso no puedes evitarlo —dijo el detenido Adara.

—Gracias por ahora decírmelo.

—Bueno llevas a mis bebes, no puedes negar que eso también te gusta, además soy lo mejor que te ha pasado, me conoces y sabes mis puntos débiles y eso es me pone en desventaja.

—Tu también me conoces.

—Sí, claro eso nos va ayudar mucho, ya te lo he dicho si tienes algo que decirme, que no te sientas a gusto, debes decirlo y no callarlo, eso hará que esta relación se fortalezca más, lo único que quiero es que estemos bien por nosotros porque si no lo estamos qué seguridad le vamos a dar a los bebes.

—Donde dejaste a Lorenzo —bromeo ella.

—Enserio Adara, me gustas, no pensé que una noche de copas nos pasara esto, y si paso no voy a desaprovecharlo Adara, no tengo porque ocultarlo, y no sabes cómo me gustaría verle la cara a José Manuel, porque una vez me dijo que tu jamás pondrías tus ojos en mí, ni en un mil de años saldrías con alguien como yo.

—Bueno y yo pensando que era demasiado seria para ti —musito ella.

—Que digas que sería eres no tanto, Adara, cuidado no, oye —inquiere el cómo lo palmeaba el pecho. —Ya enserio nos bañamos juntos.

Adara no le respondió, pero él lo tomo como una afirmación, ella grito cuando la alcanzo por atrás llevándola a la habitación de aquel pequeño departamento de soltero que ambos habían decido comprar cuando se quedaran en la ciudad.

Ella dejo caer su cabeza hacia atrás mientras el agua corría por su cuerpo y las manos de Lorenzo enjabonan.

Cada suspiro de ella lograba que Lorenzo sonriera, eso significaba que ella lo aceptaba, ambos desnudos en la ducha como una pareja normal, aunque su relación se cruzó muchas etapas.

—Te gusta.

—Si —respondió ella como él seguía enjabonando su cuerpo.

—A mí me gusta cómo se están poniendo estas —estrujó sus pechos que empeñan hincharse un poco.

—Lorenzo.

—Vamos que tiene que toque a mi futura esposa, o es que cuando ya seas mi esposa oficial debo tocarte, aunque bueno ya lo hemos hecho un par de veces.

—Me gustaría ser como tu decir las cosas así, pero no puedo.

Lorenzo la giro sobre su pecho, alzo su mentón, no le dijo nada a ella, solo se acercó y la beso, el cuerpo de Adara se estremeció, sabía que eran las hormonas del embarazo, corresponde el beso en aquella ducha, y el bajo su mano para estimular su intimidad.

La boca de Adara de abrió más, como sus piernas dejando libre la mano de Lorenzo pasara y sus dedos deslizara su interior.

Se aferró a los brazos de Lorenzo dejando darle el placer con sus dedos logrando su orgasmo.

—Salgamos de aquí, quiere hacerte el amor.

El cuerpo de Adara aun mojado se acarició las piernas detallando al hombre que se pone de rodillas en la cama abriendo sus piernas, con la mirada fija en ella, Lorenzo es muy pasional y eso le gustaba, pero también le aterraba un poco, ella siempre había sido algo tímida en la intimidad.

Con su ex esposo intentaba tocarlo, pero él siempre quería hacerlo de otra manera, no se daba tiempo para contemplar su cuerpo, solo lo hacían y era todo.

Los ojos de Lorenzo hay deseo se toma su tiempo, recorre el cuerpo de su mujer y el pequeño vientre abultado, pasa sus grandes manos por sus pechos y nota como ella se eriza, sigue si camino hasta su vientre dejando un beso a sus hijos.

Adara entierra sus dedos en el cabello largo de Lorenzo como dedica tiempo en su vientre.

—Debo aprovechar antes de que nazcan, porque no dejaran que papa tenga intimidad con mama por un tiempo.

—Lorenzo.

—Es la verdad, creo que ya no te voy a gustar.

—¿Eso crees?

—Dicen que pierden el libido después del parto.

—¿Eso te preocupa?

—Me preocupa que después lo hagamos y tengamos de nuevo dos —Adara soltó una carcajada, no era momento, están desnudos y el sale con eso. —¿Y te ríes de mí?

—Sera porque estoy en esta posición, y me dices eso de que si perderé el libido y no solo eso que es posible tendremos dos bebes, creo que yo paso, solo tendré a ellos, si tú estás de acuerdo.

—¿No quieres mas bebes? —hizo un puchero.

—No voy a caer de nuevo —sentencio ella segura. —No hagas esa cara.

—Es la que tengo. —sonrió deslizándose sobre su cuerpo.

Recargo su mano en su frente, y beso su boca con una de sus manos libres abrió sus piernas acomodándose, tomo su miembro que humedeció con su entrada. Adara lo abrazo del cuello y entrego su cuerpo aquel gemido donde Lorenzo entro en ella.

—No voy a soltarte, no voy hacerlo —susurro devorándole la boca.

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