Cuatro

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Tocó su mejilla por el lado de la herida, con cuidado, pasando sus dedos y apenas rozaron con ella, dió un quejido de dolor, de verdad que esto dolía, la herida era larga casi por toda su mejilla, ¿Ahora que? No ha parado de sangrar por un rato. Y le estaba matando el ardor, suspiro cansado y observó a su pequeña luna dormir a un lado de el, con su cabeza en sus rodillas.

Vaya que fue un mal primer día de trabajo, de hecho el peor momento de su vida, estar a control y Merced de los dos gigantes de hielo...eran aterradores, eran altos, delgados, con cabellos largos que les llegaba casi a la cintura, y sus ropas estaban medio desgastadas por el frío y sin recordar, esas sonrisas, sonrisas filosas llenas de locura y desesperación por probarlo aún más, y esa gran lengua que ambos conservaban, ¿como podía si quiera caber en sus boca?

Hizo sonar su garganta apenas lo recordó, aún sentía la baba y como esas lenguas exploraban su boca moviéndose como un pez fuera del agua. Su núcleo empezó a acelerarse al recordar esas voces, frías y roncas, hablando en su oído, ellos no parecen ser de muchas palabras pues la mayoría de tiempo que estuvo ahí fue el que más hablo.

¿Pero, por qué? ¿Por qué el? El no se consideraba bello del todo, no era la gran cosa, solo un simple planeta con vida el cual con suerte no tenía pensamientos suicidas, y no le importaba mucho si sus terrícolas se murieran, quizás así podría sentirse como se sienten sus amigos. Estar locos.

Tapo su cara con sus manos, ¿ahora que iba a hacer? Hizo una promesa de que iba a volver con los gigantes de hielo, cosa que lo perturbaba, pero fue muy claro, ahora ya no podía romperla y menos con esa amenaza que le pusieron los gigantes.

Su mente se llenó de ideas horribles de lo que iban a hacerle, los dos gigantes podían pisarlo y destruirlo al instante, ¿Iban a torturaron? ¿Matarlo? ¿Comerselo? Trago duro de solo pensarlo, imaginarlo, su mente creo imagíneses aterradoras de los sucesos, tenía tanto miedo ahora mismo, no quería volver allí.

Pero si no lo hacía...irían por el.

Tomo un juguete de hule, uno nuevo, esperaba que este no lo rompieran esos gigantes, está vez tenía una forma de luna creciente, amarillo con una pequeña carita, este también chillaba adorablemente, le recordó a su lunita que seguía dormido profundamente, suspiro con tristeza ahora mirando hacia un pequeño papel de color amarillo que era para escribir notas.

Guardo el juguete de hule en su bolsillo de la ropa, dejando la nota a un lado de la pequeña luna que decía que iba a volver lo más pronto que pudiera, su núcleo no le daba para decirle a la luna lo que pasó, volteo hacia donde tenía que irse, con todo el miedo del mundo, se retiró de su propia órbita yendo con cuidado a ya saben dónde.

___________

— Mggh... — se razca sus ojitos y mira a todos lados buscando a su planeta, pero no logra verlo, pero si una nota amarilla que dice algo.

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Lunita, tengo que hacer
Algo.
Prometo no tardar
¿Okay?
Intentaré volver lo más
Rápido que pueda.
Se una buena luna
¿Si?
Adiós...

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La luna bajo la nota de su mirar, y empezó a buscar de nuevo a su planeta, llamándolo cada vez más alto con desesperación y miedo, ¿Dónde pudo haber ido?, No, no quería quedar solo, no otra vez. Tierra no podía hacerle esto, pensó lo peor, su planeta no iba a volver.

𝑷𝒔𝒊𝒄𝒐𝒍𝒐𝒈𝒐.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora