Ocho.

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— Muy bien...¿están todos?

Voltea a ver hacia las lunas que estaban detrás de ella, empezando a contar a todos los que escaparon. Llegaron a un lugar seguro, mezclándose con el resto de otras lunas, que eran bastantes que todavía no se percataban de la presencia de sus nuevos "hermanos" parecían estatuas aún que algunos estaban hablando entre ellos a susurros tratando de no llamar la atención.

— ...¿Es-estan...te-tengo miedo... — La pequeña Ariel tiembla mirando al rededor chocando con los pequeños cuerpos de las demás lunas.

— No tengan miedo. Apenas llegamos...además estamos en un lugar seguro lejos de esos dos psicópatas.

— ¡Ya no me gusta aquí! — Proclamó Miranda inquieta.

— Apenas llegamos...por favor no hagan tanto ruido, se supone que somos lunas que siempre estuvieron aquí. — Dijo Titania intentando mantener la calma de todos sus hermanos.

— ...

— ...Ariel...

— ...no, no me hables.

— ...Ariel, no había otra manera... — Se acerca a su hermana intentando abrazarla.

— ¡No! ¡Si la habia! ¡Solo que ustedes fueron muy crueles! — Quita a su hermana y retrocede.

— Ariel...si-silencio.

— ¡El señor tierra fue muy amable en querer ayudarnos! !Y-y ahora quien sabe lo que Urano y Neptuno llegarán a hacerle como castigo! — Aprieta sus puños con fuerza aguantando sus lágrimas.

— Ariel tu no sabes eso...

— ¡SI LO SE! Y EL SEÑOR TIERRA ME SALVO...¡DOS VECES! — Grito con todas sus fuerzas, llamando la atención de todas, literalmente todas las lunas que estaban presentes.

Las lunas miraron algo desconcertados a los nuevos satélites, al parecer no los notaron hasta ahora, la mirada de la luna más grande era la más aterradora, era vacía sin luz era gris y estaba desgastada, esta parece acercarse a la satelite mayor, Titania, lentamente cazando la con sus compañeros detras de el, la satélite no decia nada y titania tampoco, por lo que retrocedia y reotrocedia con las miradas de el monton de lunas atravesando su piel hasta su cuerpo y la devoraban a mordidas rapidas y sin compasion, como bestias.

"¡Hola mis hermosas lunas!"

Las lunas dejaron de mirar a la luna más grande y la femenina al haber escuchado el fuerte grito llamado de uno de su planeta, Rhea con mucha rapidez volvió a su órbita dejando a la satélite femenina y a sus compatriotas confundidos, el llamado del planeta tambien los asustó pues fue muy de repente.

Oh, mis queridas lunitas... — Dijo una voz calmada y triste a la vez.

Todas las lunas observaron a su planeta, Saturno. Quién los miraba con una sonrisa de oreja a oreja, aterradora. Feliz de haberlas encontrado a todos sus satélites en un mismo lugar como les ordeno que lo estuvieran. Con delicadeza acomodo su cabello largo hacia atrás y su sonrisa se desvaneció un poco, listo para hablar.

— Oh mis queridas lunas...me enteré de algo. — Dijo en un tono dramático, con su voz chillona como siempre.

Las lunas extranjeras temblaban con fuerza, querían disimular pero no podían, el planeta anillado era muy aterrador. Su pelo era largo y arreglado, y sus anillos bastante grandes y brillosos, pero se podían ver los pequeños trozos de cuerpos de lunas que fueron utilizadas para crearlos. Eran muchísimo más grandes que el de sus planetas, y muchísimo más alto que ellos, más grande, si a sus anteriores planetas apenas le llegaban a la palma de su manos, a este median lo mismo que sus dedos, o tal vez...menos.

𝑷𝒔𝒊𝒄𝒐𝒍𝒐𝒈𝒐.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora