Jhonson Funeral Home, Nueva York, 1969.
Cameron se encontraba sentado en un pequeño banco al lado del ataúd de madera que contenía la realidad a la que tanto había temido desde que se fue de casa: El cuerpo sin vida de su madre, una mujer carcomida por las deudas que fue encontrada sin signos vitales en su habitación, aparentemente debido a una sobredosis.
El chico apoyaba sus codos encima de sus muslos, sosteniendo la cabeza sobre sus manos entrelazadas. A su lado derecho, y dándole palmaditas en la espalda, estaba su hermano gemelo, al cual no había visto en el mismo lapso tiempo que a su madre: Benedict.
Los gemelos estaban rodeados por paredes blancas y familiares que gimoteaban intentando esconderse de los camarógrafos que los acechaban en los pasillos. Ninguno de los hermanos tenía la intención de asomarse, si quiera un segundo, a ver el contenido visible de aquel cajón. La tapa ocultaba la figura de la difunta, pero su rostro aún era visible para quienes tenían el estómago y la audacia de detenerse a observarlo; tal vez para recordar momentos junto a aquella mujer que fue rubia y de mejillas rosadas, tal vez por curiosidad, o tal vez con el fin de darse cuenta de que no hicieron lo suficiente por ella mientras estuvo viva.
—Es triste que tuvimos que reunirnos de ésta manera.—Dijo el chico mientras se secaba las lágrimas que se deslizaban por encima de sus pecas.
—Lo es.—Suspiró.—No logro entender cómo todo acabó así...
Las palabras se apagaron, fundidas junto al amalgama de recuerdos de las canciones favoritas de papá en la radio que mamá cantaba para hacerlo sonreír, las rimas y melodías tontas que inventaba ella mientras cocinaba, el aroma del perfume que rehusaba dejar de comprar, las risas, la música, y la dolorosa reminiscencia de cómo todo en sus vidas se empezó a deslizar como una avalancha cuando el señor Loughty se fue, sin saber cuál era su destino, y jamás regresó a casa para completar el boceto de una nueva melodía que su esposa conservaba inmóvil e inconclusa en su escritorio.
—Todo se fue al carajo.—Gimoteó Cameron preguntándose si haberse ido de casa fue la mejor solución ante la desesperación de una madre que fue ahogada por la fama, las deudas y los vicios. La culpa y el disgusto ante la decisión de conseguir su propio reconocimiento y haber abandonado a su madre y hermano cuando más lo necesitaban le quemaba las entrañas ahora que se encontraba humillado y abrumado en frente de ese ataúd.—Lo siento tanto... Nada de lo que haga podrá perdonar lo que te he hecho.
—Detente, Cameron.—Balbuceó su hermano mientras lo rodeaba fuertemente con sus brazos y enterraba su cabeza sobre los rizos dorados del chico.—Nada puede hacer que todo sea diferente. Por favor, para...—Cameron se acurrucó entre los brazos de Benedict, mientras su corazón se retorcía como si alguien se lo arrancara del pecho. El calor que emanaba el abrigo de Benedict lo hacía sentirse protegido de la helada brisa invernal que viajaba por los pasillos. Por un momento se encontraba en 1952, a los seis años, acurrucado en el sofá del salón principal de su hogar junto a sus padres y su hermano, cuando todo estaba bien, y cuando todo aún parecía un cuento de hadas. Ahora tenía veintitrés, abrazándolo, incapaz de contener el arrepentimiento que llevaba incrustado en el pecho, siendo torturado por el recuerdo de haber dado un paso por fuera de su hogar.
—Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento...
Derramaba su corazón con cada palabra que pronunciaba. Sentía que tenía una bala en el corazón y cada movimiento de sus labios le quitaba el aliento. Benedict sólo podía seguir rodeándolo con sus brazos, deseando lograr volver en el tiempo a aquella época en la que los gemelos podían ser consolados por alguien en quien confiaban.
Ahora, estaban solos, y su única compañía eran los destelladores de las cámaras que los perseguían como sus propias sombras.
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Armonías Incompletas | Elian
Teen FictionDos estudiantes de música del conservatorio Juilliard de Nueva York han sido ultrajados por las circunstancias más dolorosas de su vida: Deniska Volkova ha intentado quitarse la vida después de que su dignidad fue vulnerada por alguien que amaba; y...