•|Capítulo 7|•

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Village Vanguard Jazz Bar, Nueva York - 1968

La banda llegó al bar en el que Deniska habría tenido otro incidente vergonzoso la noche anterior, pero ésta vez, estaba abarrotado de gente. Habían tantas personas en la pista de baile que se sintió como un laberinto llegar hasta el backstage, el cual, contrario al resto del ambiente bullicioso del Village Vanguard, conservaba un atisbo de paz y silencio perforado por los fuertes bajos de la distante rockola.

Deniska se sentó en el banco en el que siempre afinaba su guitarra, la cual aún se encontraba guardada dentro de su estuche. Aún tenía puesto su vestido vino tinto y se había arreglado el cabello justo antes de salir. Después de hablar con Nathan sobre lo que había pasado la noche anterior se quedó dormida varias horas más, y tuvo que volar para poder arreglar su terriblemente somnoliento aspecto vagabundo y llenar su estómago con la pasta boloñesa que había traído Ray mientras ella se quedó dormida y, según su novio, ignoró todos sus intentos de despertarla. Se habría obligado a sí misma para ignorar el dolor que sentía en la zona inguinal después de comprobar que no había rastro alguno de sangre en su ropa, suponiendo que la historia de su caída contada por Nathan era verídica.

El ambiente de la banda estaba incómodamente tenso, o al menos, así lo percibía ella. A su alrededor, las risas estridentes de los instrumentistas habían desaparecido por ese día, y Nathan hablaba con palabras cortantes y poco expresivas. Wallas, el tímido saxofonista, no paraba de clavar una mirada escalofriante en Deniska, y fingía estar mirando a las paredes cuando ella se percataba de esto. Cuando la chica intentaba entablar una conversación trivial con respecto a la presentación o la noche anterior, las palabras que salían de sus compañeros eran secas y vacías, únicamente llenadas por un sentimiento de obligación que tenían al contestar las preguntas de la chica. Cuando en el camino le dio las gracias a Ray por haberla recibido en su casa estando inconsciente, él solo se limitó a decir "Okay" y apartar la mirada mientras se tapaba la boca; cuando saludó a Wallas al encontrarse con él en la entrada del bar, el chico miró hacia el suelo y balbuceó un tembloroso "Hola", y luego entró al bar sin decir nada más. Incluso cuando saludó a Chris con su usual energía, el chico simplemente la escaneó con una mirada fría, se dio la vuelta, y entró al bar. Todo era muy extraño, y Deniska estaba decidida a descubrir por qué; pero antes, tenía que afinar su guitarra.

La chica se propuso a abrir el estuche semiduro de su guitarra para sacarla. Era una Stratocaster, en teoría blanca, que con el paso de los años acogió un tono amarillento en los bordes. El diapasón era de madera clara, y el clavijero, a pesar de haber sufrido un par de accidentes, aún albergaba las seis clavijas plateadas que su padre había tenido que arreglar por las estruendosas caídas que la chica, estando muy pequeña, le habría provocado. Su aspecto era muy similar al de la guitarra "Woodstock" de Jimi Hendrix, artista al que abrazó en su corazón desde que escuchó el arpegiar de su guitarra en una rockola mientras almorzaba con su madre en un restaurante. Inspirada por Hendrix, Deniska buscó un nombre para su guitarra, y finalmente se decidió por "Volkov", el apellido de su padre, pues en algún momento antes de ser borrado de la existencia por soldados soviéticos, llegó a ser suya.

Se puso la correa alrededor del cuello y ubicó la curva del cuerpo de Volkov en su pierna izquierda, doblándose hacia adelante para ver las clavijas mientras las giraba guiándose del sonido fino y delicado que emitían las cuerdas que aún no estaban amplificadas. 

Para ella siempre era un desafío afinar al lado de sus compañeros de banda, ya que los instrumentistas de vientos se encontraban calentando sus labios con ejercicios ruidosos y Ray, el baterista, siempre comenzaba a golpear los toms y los platillos de manera aleatoria mientras ella intentaba pegar la oreja a las cuerdas. Sin embargo, esta vez todo el backstage se encontraba en un silencio sepulcral, únicamente interrumpido por los cierres y los broches de quienes aún sacaban los instrumentos de sus estuches. Sintiendo una presión en el pecho, como si se encontrara en una realidad alternativa, levantó la mirada mientras fruncía el ceño y se encontró inmediatamente con los ojos de Wallas, sentado al frente de ella, agarrando su saxofón con las manos temblorosas. Ella le frunció el entrecejo y el chico, como las veces anteriores, apartó la mirada. Deniska dejó escapar un suspiro rápido intentando alivianar la tensión que le crecía en el cuello.

Armonías Incompletas | ElianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora