Un viaje inesperado

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Bilbo Bolsón se consideraba afortunado, no es como si tuviera todo lo que alguna vez había soñado, pero era lo suficiente para decir que su vida iba tal cual quería. Su padre, Bungo, el párroco y vicario de la Comarca lo había educado desde pequeño, se crio junto a libros y suaves praderas de su hogar: Bolsón Cerrado.

Durante sus años de adolescencia había soñado con escapar junto a su prima, Prímula, a Rivendel y conocer lo que se supone es una lujosa ciudad con bailes y los teatros envidiados. Al crecer pudo ver que su pequeño pueblo, sus habitantes y su acogedor hogar eran suficientes para él, a menudo se lo escuchaba decir "la Comarca es el mejor lugar del mundo" y así lo era para Bilbo, el Sur del país era verde, lleno de flores, con una vida tranquila y hermosa.

Sin embargo y como suele pasar con todo lo que es demasiado bueno. Todo eso se derrumbó, el día que su padre llegó a casa más temprano de lo usual.

—¿Padre? ¿Qué haces tan temprano en casa? ¿Pasó algo? —Su vista pasó rápidamente a la cara de su progenitor, no llevaba su alegría característica, sino que se lo veía pálido y desdichado— Siéntate por favor, cuéntame todo.

—Bilbo, hijo mío, terribles noticias. Han decidido que no continue como párroco de la Comarca.

—¿De qué hablas? ¿Quiénes han decidido? ¿Cuándo?

—Mis superiores me avisaron hace unos días y no te dije porque creía que podía resolverlo, pero hoy me han dado la negativa final.

—No puede ser —dijo Bilbo, estaba de pie junto a su padre, su vista desenfocada y su mente maquinando mil planes distintos. Su vida, la vida de sueños en su pequeño paraíso, se había derrumbado.

—¿Qué vamos a hacer? ¿Dónde vamos a vivir? La casa es de la iglesia y se las debo devolver ¡Dios, tu madre debe estar en el cielo viendo como arruine todo! —su voz se escuchaba quebrada y las lágrimas no tardaron en salir.

Bilbo se quedó congelado, un nudo se formó en su garganta y la boca de su estómago se achico, a punto de hundirse en su propia miseria vio a su padre y se obligó a calmarse.

—Tranquilo, no va a ser la primera ni la última vez que tengamos que salir de situaciones difíciles ¿Cuánto tiempo te dio la iglesia para desalojar Bolsón Cerrado?

¿Podría siquiera seguir llamándolo Bolsón Cerrado cuando los Bolsón ya no vivan en él?, pensó tristemente.

—Nos dieron una semana, dicen que hay cientos de vicarios y párrocos que quieren ocupar estas tierras y tener el control de mi capilla. Oh hijo ¿Qué se supone que haga? ¿A quién podemos acudir? Tal vez tu prima esté dispuesta a tenerte en su casa un tiempo.

—No papá, no te voy a dejar solo. Donde vayas yo voy a ir, está decidido y nada de lo que hagas o digas me va convencer de lo contrario.

Emocionado por su hijo y la situación, Bungo rompe en llanto y abraza a su hijo. Bilbo podía jurar que jamás había visto a su padre tan pequeño y delicado, fue como haber sido arrancado de su juventud, ya no tenía esa certeza de que su padre iba a estar ahí para siempre para él. Ahora era Bilbo quien tenía que ser la fortaleza de Bungo.

◊◊◊

En menos de una semana se encontraron tomando el tren a Milton, una ciudad industrial al norte del país. Su padre había contactado a su íntimo amigo Gandalf, un aristócrata viajero que hace poco había vuelto para instalarse en Milton donde manejaba sus empresas de comercio e importación. Gandalf no había dudado en ayudar a Bungo y a Bilbo a instalarse en la ciudad, también iba a ayudarlos a conseguir trabajos como educadores, si bien no era mucho y vivirían de forma mucho más apretada, era mejor que vivir en la calle.

Norte y Sur: un viaje inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora