Mentiras y anhelos

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No se cómo es no tener

sentimientos intensos

aún cuando no siento nada

lo siento profundamente

-Sylvia Plath


No había albergado esperanzas con Bilbo hasta Londres, jamás pensó en lo que podría suceder, el sureño hablando de una debacle emocional y una duda de sus propios sentimientos hacia él, era mejor de lo que podía esperar. Si una mínima esperanza era todo lo que Bilbo era capaz de darle, entonces él se aferraría a ella como un condenado a la vida ¿Acaso era patético? Seguramente, pero si todo terminó mal sólo le quedaba su tonto corazón por romperse. Luego de esa tarde, donde quedó mirando su espalda que se alejaba, no intentó buscarlo nuevamente, entendía que no era lo que Bilbo quería, debía tener mucho en que pensar y respetar eso. Ahora, que conoció su sabor, su suavidad, sus gemidos, los sueños idílicos sobre su amado cobrarán un peso sustancia que. Había tocado el sol y se había consumido en su calor.

Nadie entendía qué había pasado con Thorin cuando se despertó al otro día y su melancolía se había desvanecido por completo, sus ojos volvieron a brillar y su piel se veía luminosa. Claro que Dwalin y Balin imaginaban que tenía algo que ver con Bilbo, pero él jamás les diría que había pasado, no quería exponer al aristocrático u orillarlos al escarmiento público por haber dejado llevar en su pasión. Ese recuerdo, esos besos y esas caricias, eran preciados tesoros que Bilbo le había regalado, que había decidido compartir con él y Dios sabía que Thorin era codicioso con sus cosas y todo lo que consideraba precioso.

Sin embargo, ahora, se encontraba en su carruaje, regresando a su casa después de despachar un paquete en el último tren que partía a Londres. Su corazón dolía y sus ojos picaban, ya nada de la esperanza que había quedado. Ver a Bilbo en los brazos de otro hombre había sido lo más parecido a vivir una pesadilla, durante el viaje intentó en varios momentos sacar esas imágenes de su cabeza, pero lo golpeaban una y otra vez. Ese hombre, lo abrazaba y lo besaba en su cabello, y Bilbo correspondía sus afectos, nada tenía que ver con el ardor de un par de los besos a escondidas que ahora herían el alma de Thorin luego de haber sido el motor de sus días.

Llegó a su casa y agradeció que todos estuvieran durmiendo, subió rápido hizo su habitación y sin alcanzar la cama se desplomó en el suelo. Sus lágrimas caían por su rostro, sollozó sin importar si alguien se enteraba. Estaba roto. No supo en qué momento unos brazos lo acunaron, era Dis, no tuvo que decirle nada para que ella sepa que se trataba de su corazón herido. Se aferró a su hermana como un chiquillo y lloró como jamás lo había hecho, gemía entre su llanto y luego de un tiempo demasiado largo, su garganta y ojos dolían. Dis lo ayudó a acostarse y se quedó a su lado, peinando su cabello hasta que el sueño y la pena lo vencieron.

Afrontó los primeros días cómo mejor pudo, Dis y Thrór se habían enojado con él por no contarle que había pasado, eso hacía que Dis odie aún más a Bilbo y que su abuelo lo considera débil y poco hombre. Sin embargo, su hermana estaba decidida a hacer imposible la vida del sureño y al parecer del propio Thorin, tratándolo de convencer en que Fili y Kili no vayan de nuevo a sus clases.

—Por favor Thorin ¡Mírate! Eres un desastre. Ya no tienes ni la mitad de las fuerzas que hace un año, todo cuando llegó ese maldito a esta ciudad. Te necesitamos, la fábrica está en su peor momento y necesitamos que sea fuerte. El abuelo está preocupado y ya estoy cansada de tener que escuchar sus quejas sobre tú comportamiento, cortamos relación con esa familia. Además, de todas formas, hace mucho que está cancelando las clases de los chicos.

Norte y Sur: un viaje inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora