siete

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Martin seguía estando reticente, como si caminase sobre cristal cada vez que se encontraba con Juanjo. Con suerte compartían alguna sonrisa, siempre iniciadas por el mayor, o se preguntaban por sus días, pero nunca llegaba a ser una conversación de más de tres frases. Aún así, Juanjo estaba contento por el progreso.
La semana sin hablarse había sido, sin lugar a dudas, la peor que había pasado desde que Martin se mudó.
De nuevo, lo que no consiguiesen sus amigos no lo conseguiría nadie, y habían vuelto a hacer que Martin fuese -algo- simpático con él. Los encuentros se habían frenado también o, si seguían pasando, Juanjo no tenía constancia porque no se había encontrado con nadie más.

–¿Qué haces?– Se sentó al lado del vasco, que usaba su portátil en el sofá. Martin se encogió de hombros.

–Estudio.– Murmuró. Después de unos minutos de silencio, en los que Juanjo no se había levantado, le miró con una ceja levantada.– ¿Y tú?– Juanjo sonrió.

–Estoy esperando a Bea, que nos vamos a merendar.– Martin asintió varias veces y devolvió su atención a la pantalla del ordenador.

Bea llevaba unos días bastante pesada. Desde la cena que compartieron en el piso. Juanjo era consciente de que se quedó sin decirles todo lo que tenía pensado, pero no entendía la insistencia de su amiga. Ahora que la situación con su compañero de piso estaba mejor, sus hipótesis y el tiempo que había pasado planteándose si de verdad Martin le provocaba disgusto habían pasado a un segundo plano. Se había dado cuenta de que, por mucho que intentase evitarlo, cuando decidía ser simpático, Martin le caía bien. No estaba totalmente seguro de que no era homófobo, pero lo único que quería era una convivencia tranquila, y lo que tenían ahora era más que suficiente; aunque en ese instante podía ver a Martin mirándolo por el rabillo del ojo, consciente de que su presencia le estaba molestando un poco.

–¿Sabes cuándo va a venir Bea?– Juanjo tuvo que reprimir una sonrisa. Negó.

–Estará viniendo.– Otra pausa.– ¿Tú qué vas a hacer hoy?– Martin acabó por rendirse y cerró el ordenador, girándose para poder mirarlo a los ojos.

–Apuntes.– El mayor rodó los ojos.

–¿Nada de kalimotxos?

–Nada de kalimotxos.– Negó divertido.

–Sinceramente, no te hacía de salir tanto de fiesta.– Sabía que estaba dejándose adentrar en terreno pantanoso, pero habían pasado más de una semana sin hablar y le apetecía tener una conversación con alguien que no fuese su madre o Álvaro y Bea. Aparte, a Bea aún le quedaban quince minutos para llegar, y él se aburría. Y, siendo sincero, tampoco había pensado mucho al abrir la boca.
Martin se encogió de hombros.

–No suelo.– Juanjo soltó una carcajada sobreactuada.

–Venga ya.

–Te lo juro.– El vasco arrugó la nariz y conectó sus miradas, una chispa en ella intentando decirle a Juanjo algo que no entendía.– Mis razones he tenido.

–¿Para salir?– Asintió.– Dímelas.– Murmuró con tono burlón. Martin miró para otro lado, negando.– Vamos, no puedes ser tan misterioso. Qué pasa, ¿estabas enamorado de algún camarero?– Martin rio, aún sacudiendo la cabeza.– Pues de la hermana de Ruslana.– Lo miró con incredulidad.– Venga, dime. Algún cotilleo. Y te juro que te dejo en paz.

Se miraron a los ojos, Juanjo convencido de que iba a abrir la boca para contarle cualquier cosa. Incluso una mentira le habría servido. Sólo quería un poco de entretenimiento. Martin se acercó a él, como si fuese a contarle un secreto. El mayor se quedó estático, pensando en que si se movía un poco podría espantarlo.

am i homophobic? - juantin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora