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Había transcurrido el tiempo, nada interesante pasó, yo me encontraba en el gran comedor esperando a mis recientes amigos, los gemelos Weasley.

—Hola Alya —Cedric se sienta a mi lado en el almuerzo, todos en la mesa de ravenclaw miran de reojo y comienzan a murmurar, Cho miraba molesta.

—Hola Cedric...

—¿Qué tal tu primer mes aquí?

—Bien, creo yo... —lo miro— ¿Sabes que todos están viendo, no?

—Que vean —se encoje de hombros.

—Me incomoda un poco.

—¿Quieres que vayamos a otro lugar? Conozco uno muy lindo, ven.

Me toma suavemente del antebrazo y me lleva afuera del Gran Comedor, al fin y al cabo no me había gustado la comida.

Comenzamos a caminar hacia el patio en dirección al lago negro y nos sentamos en las raíces de un árbol viejo y grande.

—Es muy bonito —sonrío incómoda—, ¿querías que hablaramos de algo en específico o...?

—Este fue el mejor año en el que pudiste haber llegado, se realiza el torneo de los tres magos —me cuenta feliz.

—¿Querías hablar de eso?

—Quiero contarte todo lo que pueda sobre Hogwarts, no quiero que te sientas excluida o fuera del lugar aquí, supongo que debe ser difícil llegar en cuarto año.

Sonrío —Muchas gracias Cedric, lo aprecio.

Era muy atento y dulce. Pero no tenía muchas ganas de charlar con él en éste momento, prefería estar con los gemelos, había adoptado la costumbre de pasar todas las comidas con ellos.

—¿Estás bien? —Me pregunta él.

—Sí, solo que había quedado con George y Fred en comer juntos...

—¡Ah! Lo lamento, me entusiasmé demasiado —se ríe con pena y se levanta—, dejemos la charla para otro día... Cómo hoy a las siete.

Dice sonriéndome mientras se para. ¿Me estaba invitando a una cita?

Cedric no me desagradaba... Me parece lindo, bueno, tierno, amable, gracioso... ¿Por qué no?

—Tendré que ver mis horarios —digo haciéndome la desinteresada en forma de chiste—, ya sabes, soy una mujer muy ocupada y popular.

Él sonríe y me ayuda a pararme sujetándome de la mano.

—Lo imaginé, las chicas bellas siempre tienen una agenda muy ocupada.

Sonrío y miro hacia abajo vergonzosa.

—¿Qué haremos? En nuestra... —Busco la palabra adecuada.

—¿Cita?

Asiento con la cabeza.

—Hablar, conocernos, lo que se hace en una cita —responde burlón.

Yo solo me quedo callada mirando hacia adelante mientras caminamos. Me mira de reojo.

—¿Nunca has tenido una? —Me pregunta con genuina sorpresa a lo que yo niego y él sonríe— Me encargaré de que no la olvides.

Llego a mi lugar habitual de la mesa y Cedric se despide de mí guiñándome el ojo, yo niego con la cabeza mientras sonrío.

—Así que nos cambiaste por Cedric, eh.

—Es un buen reemplazo, hay que admitirlo —le responde Fred a George.

—Él no es ni la mitad de gracioso que nosotros, Fred.

Promesa del amanecer «Theodore Nott»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora