9. Reconciliación y enojos

626 48 0
                                    

Cuando Theodore tenía siete años, su madre falleció dejandolos a él y a su pequeño hermano al completo cuidado de su anciano padre. Él hombre nunca les prestó atención, siempre salía de casa dejándolos solos o hacía juntas con sus amigos, dejando a sus hijos totalmente al margen de su vida. Theo no pudo disfrutar de su infancia por andar preocupándose por su hermano, desde temprana edad se vio forzado a saltarse muchas etapas de su vida por la ausencia de su padre, agradeció mucho haber tenido, de vez en cuando, la compañía de su abuela y de las mujeres que acostumbraban limpiar la casa cada cierto tiempo.

Con el tiempo se acostumbró a solo pensar en su hermano, inclusive cuando le llegó su carta de Hogwarts, él no quería irse por Louis, no quería dejarlo sólo en esa casa vacía, su abuela lo convenció de que el menor se quedaría con ella y gracias a eso asistió al colegio, pero él hubiera preferido no haberlo hecho.

Después de su primer año la relación con Louis se había vuelto muy tensa y de a poco se fueron alejando, según el menor, Theo había cambiado y se dio cuenta de ello al ponerse a discutir por aquel simple comentario. No se llevaban mal, pero tampoco bien y cuando Louis lo dejó de buscar, se sintió abandonado, al igual que cuando su madre se había ido y su padre los había rechazado por años. Había heridas en Theodore que aún no sanaban por más que los años pasarán y Charlie le hizo recordar todo aquello al empezar a sentirse bien. No quería acostumbrarse y que luego ella desapareciera de la nada o dejase de buscarlo, él no quería joderse más de lo que estaba, el solo pensamiento hacía que se le ahueque el corazón.

Es por aquello que nunca se había relacionado con alguien, no quería llegar a esta parte, en donde su voz se quebraba y estaba totalmente indefenso y débil. Era solo un niño, un niño al que le tocó sufrir mucho, pero que nadie se dio cuenta y por miedo nunca pidió ayuda, era injusto, pero era la vida que le tocó.

Sin embargo estaba ahí, tomando las manos de Charlie contándole sus temores como si de dos adultos se tratase aquella escena. La chica era muy comprensiva y entendió la pena de Theo, la triste historia de la huida de su madre, su muerte días después y el rechazo del señor Nott ante sus hijos por el rencor hacia su difunta esposa.

Ella lo abrazó y no lo soltó hasta que las lágrimas cesaron de los ojos del muchacho. Estaba hundido en el pecho de Charlotte mientras trataba de calmar su respiración y de no lucir tan tonto con su cara roja y sus ojos brillantes llenos de lágrimas. Esperaba que al separarse de ella su rostro se encontrará normal sin señales de debilidad, pero no fue así. Las manos pequeñas de la rubia acuñaron su cara, cerró sus ojos ante la vergüenza.

── mírame. ── pidió débilmente consumida por la tristeza que le transmitía ver a su chico tan melancólico y apenado.

Theodore abrió sus ojos y dejó que ella mirara a través de ellos, tristeza, eso veía en sus celestinos ojos, eran un océano de penas.

── no me voy a alejar de ti, Theodore, no a menos que tú quieras. ── continuó con su vista puesta en sus brillosos ojos, sus mejillas aún seguían coloradas y su respiración había logrado estar más controlada que antes.

── Char... ── una de sus manos viajó a la mejilla de la chica y acomodó su cabello ── si fuera posible me quedaría contigo por siempre.

Ambos sonrieron mirándose a los ojos, la tristeza no se había ido aún, pero se comenzaba a disipar. El corazón de Theodore dio un vuelco de un segundo para el otro al sentir los suaves y tiernos labios de la chica sobre los suyos, su segundo pequeño beso. Al separarse, logró ver el rostro de la chica bastante rojo por la vergüenza, él se acercó y le robó otro y puede que varios más, aquel ataque de amor terminó en risas y cosquillas.

Después de tener una pequeña charla, Theo volvió a sentarse en el borde de la cama mirando cada movimiento que la rubia realizaba, Charlotte estaba frente a su espejo retocándose el poco maquillaje que tenía en su rostro.

The Last Black. Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora