No tomó demasiado tiempo cuando un informante le comunico acerca de las acciones hechas hacia su nieto, aquello había hecho estragos en su temperamento (más de que alguna vez fue). No era posible que un simple mocoso impulsivo lo llevará a un estado de de ira total.
¡Ese mocoso se había atrevido a retarlo! ¡Había sobrepasado las órdenes y simplemente envío esa carta!
El imponente hombre camino a paso rápido hasta su despacho. Azotó la puerta al abrir y cerrarla, sobresaltando a los sirvientes de la habitación quienes se estremecieron y bajaron la cabeza.
Menos uno.
— Príncipe Sergio, le pediré cordialmente a su gente que se retire. Hablaré con usted en privado. — ante la poca cooperación de la servidumbre extranjera, apretó los puños. Su mirada azulada y fría los taladro.— ¡Salgan, ya!
Ante el repentino tono cargado de furia, la servidumbre reverencio y salió rápidamente, cerrando la puerta.
El príncipe no se inmutó ante el repentino tono del hombre, simplemente se quedó ahí. totalmente tranquilo y ajeno la molestia cada vez mayor del hombre a unos metros suyos.— Su majestad-
Trato de hablar, pero fue abruptamente interrumpido— ¿Cómo osas desafiar mis ordenes, su alteza? ¡¿Con qué objetivo envía cartas a mi nieto?! La situación es lo suficientemente mala y delicada como para que venga aquí a hundirla más. No sabe el peligro que representa contactar con mi adorado Ángelo. Si algo le llegase a pasar será culpa suya.
El príncipe observo con ojos frio y firmes al antiguo emperador, abuelo de su amado prometido, Ares Ricci D. Aún que no lo quisiera, serían familia cuando despose formalmente a su precioso Ángelo.
—Lo hice con la mejor intención posible, su majestad. Abarque futuros escenarios y me anticipe a ello, no tiene que preocuparse, solo estoy tratando de contactarme con mi prometido para saber si se encuentra bien.
El emperador acaricio su ceño con fuerza. En momentos como este necesitaba un buen trago, no entendí como los niños de ahora tenían una idea tan impulsiva sobre el amor.
— Mi querido nieto está resguardado en el palacio imperial, le ordene al sumo sacerdote que se ocupara de su protección. Estamos en una posible guerra contra Obelia, sabe bien que mi presencia fue requerida aquí, en el oeste. Por última vez, lo deje a cargo a un hombre de confianza. Me han enviado cartas sobre su actual estado. Se encuentra a salvó y muy contento. — Ares explico hacia Sergio con una mirada bastante severa.
Y Sergio simplemente se burló de aquello.
— ¿Está completamente seguro de que Ángelo está a salvo en el palacio donde lo dejo?
— Estoy seguro, no hay un solo reporte de alguna invasión o responder por parte del sumo sacerdote —
Ares fue interrumpido abruptamente ante la mirada seria y sombría de Sergio.
— Déjeme decirle, que en efecto hay movimientos del imperio, pero... No exactamente del sumo sacerdote. Se le han enviado cartas e información falsa. — Sergio comento mirando hacia un pergamino firmado por el sacerdote. — El sumo sacerdote fue asesinado en la invasión contra el imperio Ricci. Señor, ¿realmente cree que Ángelo está a salvó? Creo que alguien ha estado jugando con usted y manejando las cosas a su antojo con el imperio de Obelia.
Los rayos del sol se filtraron por la ventana vieja y gastada de la habitación, Ángelo se removió incomodo y cansado, no había dormido adecuadamente debido al punzante dolor de cabeza. Por un momento pensó en quitarse aquella ornamenta que cubría parte de su cabeza, pero lo descarto casi al instante. Nunca había estado por tanto tiempo con su visión tan limitada. Actuaba normal, pero comenzaba a sentirse mareado y débil. La sagrada ornamenta era solo cuando se movía fuera de la habitación asignada por el sumo sacerdote y su abuelo.
—Niño, arriba, es hora de atender a la princesa. - La voz de una sirvienta se escuchó al otro lado de la desgastada habitación. - El desayuno tendrá que esperar, la princesa se despertó antes.
Dicho eso, no se escuchó nada más y el silencio volvió a la habitación. El estómago de Ángelo gruño con hambre, a estas horas su nana ya le tenía listo su almuerzo caliente, ahora las cosas serian diferentes y eso hacía sentir muy mal al pequeño niño. Se acurruco para volver a llorar, pero un sonido interrumpió su idea.
Giro su mirada hacia la ventana y sonrió al ver el plumaje tan característico de Fenix, el cuervo de Sergio. Se deslizo con sus rodillas por las mantas y abrió la ventana tras varios intentos, dejándolo pasar. Ni bien el cuervo entro, lo abrazo con fuerza dando suaves caricias a sus plumas tan sedosas. Fenix picoteo suavemente la nariz de Ángelo a modo de juego cuando este se separó haciéndolo reír.
- ¡Fenix, para! M-me haces cosquillas- Ángelo rio y hablo en su idioma natal. Le dio al cuervo unas suaves palmadas en su cabeza logrando que se acurrucara en su mano. - ¿Tienes algo para mí? ¿De mi abuelo? ¿O quizás de Sergio?
El cuerpo respondió alzando su patita, en ella había nota firmemente envuelta y sujeta. Ángelo la tomo y comenzó a leerla. Tras la primera línea sus manos comenzaron a temblar y sus ojos sin quererlo se llenaron de lágrimas. Sabía que Sergio nunca le mentiría, al menos tenía un poco de alivio y consuelo en su corazón como para continuar en aquel palacio.
- ¡NIÑO! ¿Qué crees que haces ahí adentro? ¡Levántate!- La voz de la sirvienta lo saco de su estufor. Rápidamente abrió la ventana para Fenix, quien enojado iba a enterrar sus garras en aquella mujer que osaba hablarle así al prometido de su amo.
- Vete ahora, Fenix. Gracias por la nota, estaré bien. - Ángelo sonrió ligeramente tratando de demostrarse bien.
El cuervo se preocupó aún más por la notable mentira, pero no le quedaba de otra, salió por la ventana batiendo sus alas. Se quedo en el umbral mirando a Ángelo, puesto que la voz de la sirvienta seguía escuchándose mientras tocaba la puerta.
- Cuídate y cuida de todos mientras no este. Espero volver a verte pronto. - Ángelo dio una última caricia en su cabeza antes de cerrar la ventana. Escondió la nota entre la rendija de la ventana y atendió la puerta.
Al momento de estar frente a la sirvienta lo llevó a un área específica, escondida y ahí le dio unos buenos azotes, tenía la espalda adolorida, pero al menos estaba más tranquilo sabiendo que su abuelo lo rescataría en su momento. Estaba tan aliviado y feliz que al momento de servir a la Princesa Athanasia lo hizo de maravilla, sin equivocaciones o errores, ni siquiera la presencia del emperador logro intimidarlo o sacarle aquella pequeña sonrisa sincera de su rostro.
Y ese fue uno de sus errores.
Claude tuvo curiosidad sobre el comportamiento de Ángelo: ¿Cómo pudo hacer todo a la perfección aquel pequeño ratón tembloroso que trajo a palacio? Bueno, lo averiguaría, el siempre terminaba saciando su curiosidad de una forma u otra.
ESTÁS LEYENDO
Niño Santo
FanfictionEl emperador de Obelia obtuvo nuevamente la victoria. Había conquistado un imperio aledaño, uno poco conocido, pero demasiado interesante. Sin un líder presenté, aquel imperio era un blanco fácil. - ¡N-no! ¡por favor! ¡no entre en la habitación! ¡N...