Capitulo 7

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Athanasia bebió de su frío té mientras observaba al cohibido niño sentado frente a ella. Le había costado mucho que dejara aquel rol de sirviente y simplemente le "ordeno" sentarse. Ahora, estaban sumidos en un silencio tenso e incómodo.

— Entonces...— Athanasia comenzó con una sonrisa cálida y amable para tranquilizar al niño tembloroso — Ángelo, ¿serás mi nuevo compañero de juegos?

La pregunta casual hizo sobresaltar al pequeño, trago de forma visible y se levantó de su asiento para reverenciar a la princesa nuevamente. Tal como su nana le había enseñado.

—S-si...juegos. — hablo con timidez, jugando con sus dedos el saco de su traje.

Le era incómodo. No comprendía muy bien el significado de la palabra "compañero", simplemente creyó que la princesa quería jugar en el jardín sola, no debía pasar el límite de lo que le corresponde hacer. Athanasia pareció darse cuenta de la dificultad del pequeño niño para entenderla y se levantó. Tomó la mano de Ángelo con suavidad, regalando una bella sonrisa.

— Juega conmigo. — Athanasia murmuró hacia el. — Eres mi nuevo amigo, Ángelo.

Athanasia hablo con claridad y lentitud tratando de que Ángelo comprendiera el mensaje. Sin embargo, el niño se removió con una mueca plasmada en sus labios. El contacto con extraños no le gustaba y aquella niña no parecía comprenderlo por su sonrisa.

— Uh... N-no

Antes de que logrará decir media palabra, Athanasia prácticamente lo arrastró hacia el jardín del palacio, contenta y rebosante de un nuevo pensamiento.

"¡Si viene conmigo y se hace mi amigo podré protegerlo de los rumores! ¡Un niño tan adorable no puede ser llamado fenómeno!"

Athanasia tomó nota mental de hablar con su padre acerca del papel que desempeñaría Ángelo. Estaba segura de que si hablaba con el, podría cambiar de parecer a su padre, después de todo era su amada hija.

Disfruto de su mañana con el pequeño niño sin darle importancia a su timidez o su novia incomodidad. Estaba demasiado ocupada tratando de ganarse su confianza.

Lo único que logro fue que Ángelo quisiera llorar de lo energética y pegajosa que era.

No estaba acostumbrado a tanto ajetreo. No la entendía, ni tampoco le gustaba su nivel de voz que le gritaba prácticamente en el oído como si aquello fuera la solución para que le entendiese.

Ángelo termino cansado, ligeramente perturbado y nada animado cuando regreso a sus ahoras aposentos. Sin su nana. Estaba solo.

Quiero ir a casa...

Esa noche lloró amargamente por primera vez desde que se despertaron en aquel lugar.

Al no tener a su nana, la única persona que lo acepto y lo cuido, la mente del pequeño se rompió. La poca autoestima y confianza que ganó se derrumbaron completamente.

Abuelito...

Rogó a los cielos que su querido abuelo viniera por el.

Una lastima... Lastima que los cielos no responden plegarias, todo lo que llegan a mandar son retos demasiado complicados.

— ¡Silencio! ¡Niño, no llores tan fuerte! — la sirvienta principal del palacio esmeralda golpeó con fuerza la puerta de  los aposentos de Ángelo.  — ¡Tus llantos despertarán a la princesa Athanasia!

Ángelo automáticamente cubrió sus labios conteniendo los sollozos que anhelaban escapar de su pecho. Cerro los ojos con fuerza tratando de buscar consuelo en sus recuerdos.
Sin embargo, poco podía percibir con el miedo que tenía a este nuevo espacio. Le era desconocido e incómodo.

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