VII

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John me miró estupefacto y confuso. Yo, exhausta y derrotada, me tumbé a su lado. La habitación estaba impregnada de un silencio tenso, y la expresión en los ojos de John reflejaba una mezcla de asombro y preocupación por lo que acabábamos de experimentar.

-¿Qué... qué fue eso? -preguntó finalmente, rompiendo el silencio con una voz llena de desconcierto.

-Creo que ahora vas a poder disfrutar de un poco mas de tiempo- respondí yo con una sonrisa- ya no hay cáncer en tus pulmones

John llevó una mano a su pecho, como si buscara confirmar por sí mismo la realidad de la situación. Una mezcla de gratitud y asombro iluminó sus ojos.

Se giró para mirarme

-¿Que son tus tatuajes?-preguntó

Tomé un momento antes de responder, recordando la historia detrás de cada tatuaje, cada uno contando una parte de mi propia narrativa.

-Son símbolos antiguos de curación -comencé- mi madre estaba muy enferma, tenia una enfermedad incurable. Yo la quería mucho así que decidí hacer algo para ayudarla. No puedo decir que me arrepienta de tenerlos pero a veces curas a la gente incorrecta y trae graves consecuencias

Constantine asintió sin preguntar nada mas. Un silencio respetuoso llenó la habitación hasta que decidió romperlo

-Ya es muy tarde, puedes quedarte aquí a pasar la noche si quieres-Me ofreció-Yo dormiré en el sofá

Acepté su oferta con gratitud, agradeciéndole sinceramente.

Nos dirigimos a la cocina y compartimos una cena tranquila, sumidos en el reconfortante silencio de la compañía mutua.

Mientras yo terminaba mi cena, John fue en busca de mantas y se preparó para dormir.

Observé cómo sus ojos se posaron en un cigarrillo cercano, pero con determinación, sacudió la cabeza y continuó con sus preparativos. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, reconociendo la fuerza de su resistencia ante la tentación.

Me levanté y me acerqué a él.

-Si quieres puedo dormir yo en el sofá o te hago un espacio en la cama -le dije.

Él se acercó peligrosamente, diciéndome que él dormiría en el sofá y que no iba a discutirlo. Continuó acercándose quedando a una distancia mínima, provocando nerviosismo en mí. Mi corazón latía más rápido ante la cercanía de John.

Finalmente, me abrazó, y noté cómo todo su cuerpo se tranquilizaba. Pasamos un rato así, sumidos en la comodidad de ese gesto, hasta que nos separamos, poniendo distancia entre nosotros.

-Buenas noches, Anna -me dijo con cariño.

-Buenas noches -respondí con una sonrisa.

-Puedes coger algo de mi armario para dormir, si quieres.

Asentí y me dirigí hacia su habitación. Sin embargo, me quedé parada a mitad del camino. Luego, me giré y comencé a caminar de nuevo hacia Constantine. Él me miraba con una expresión de confusión.

-Gracias, John -le dije, para luego darle un beso en la mejilla.

Ahora sí, me dirigí a la habitación. Al abrir su armario, quedé estupefacta al ver que John había colocado cuidadosamente ropa de mi talla en una estantería. No pude contener mi sonrisa.

Me puse la ropa que él había preparado y me dispuse a dormir, sintiendo una extraña calidez en mi corazón.

Me puse la ropa que él había preparado y me dispuse a dormir, sintiendo una extraña calidez en mi corazón

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Anna y yo caminábamos juntos por un bosque encantado, envueltos en una luz suave. La serenidad del lugar se veía interrumpida de repente cuando una sombra oscura emergió de entre los árboles.

Un murmullo amenazante llenó el aire mientras la sombra se abalanzaba sobre Anna. Intenté correr hacia ella, pero mis piernas parecían pesadas como plomo. Impotente, observé cómo la sombra envolvía a Anna, causándole heridas que desafiaban la realidad.

El sueño se volvió una pesadilla, con la angustia palpable en el rostro de Anna. Grité su nombre, pero mi voz quedó atrapada en el eco de la oscuridad.

La visión de Anna herida me llenó de una desesperación abrumadora, despertándome abruptamente con el corazón latiendo desbocado.

Sentí un alivio instantáneo al darme cuenta de que todo había sido solo un sueño. Sin embargo, la imagen persistente de Anna herida dejó una sombra de preocupación en mi mente, una preocupación que persistiría en la realidad consciente.

Decidí levantarme para despejar mi mente, salí al balcón sumido en mis pensamientos. De repente, un recuerdo se cruzó por mi mente: el día en que Anna y yo vimos una película.

-Anna... Yo... debo decirte algo -le dije temeroso.

No obtuve respuesta de ella.

-Anna?

No fue hasta que se recostó encima de mí que noté que estaba profundamente dormida. Me quedé un rato atónito mirándola. Le di un suave beso en la frente, la abracé y dormí junto a ella.

Esa noche fue la única en la que pude dormir sin que las pesadillas nocturnas me atormentaran.

Recordé la frase de ella antes de ir a dormir:

Si quieres puedo dormir yo en el sofá o te hago un espacio en la cama

Sentí un peso al otro lado de la cama, me giré asustada descubriendo a John también acomodándose en la cama

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Sentí un peso al otro lado de la cama, me giré asustada descubriendo a John también acomodándose en la cama.

-Lo siento, no quería asustarte -susurró él- como antes dijiste que podía dormir yo también aquí, he pensado que no te molestaría

-No te preocupes. No me molesta en absoluto -respondí con calma.

Con el murmullo suave de la noche como acompañante, mi mente navegó entre pensamientos y emociones. Al final, dejando atrás cualquier reticencia, sin decir una palabra me moví un poco más cerca de John.

Finalmente, terminé recostándome sobre su pecho, sintiendo la calidez y la seguridad que me  proporcionaba. John, al notar mi elección, me abrazó suavemente. Aunque no podía ver nada en la oscuridad, podía jurar que esbozó una pequeña sonrisa.

Constantine Entre dimensionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora