Capítulo 12.

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El tiempo pareció detenerse, convirtiéndose en una oscura noche eterna para Taehyung, a quien las lágrimas habían quemado alrededor de sus ojos por la excesiva cantidad que había derramado. Mientras miraba su techo y sentía sus sábanas frías, recordó el momento exacto donde su pequeño barco fue arrasado por la tormenta de su corazón y comenzó a ahogarse dentro de todo lo que había estado guardando.

Era aterrador dentro de todo, ¿así debería ser su adolescencia? llena de tristeza, soledad e impotencia. Se preguntaba porque su vida no podía ser como la de sus demás compañeros, que se veían radiantes y felices en sus redes sociales, valientes para compartir sobre su vida y viviéndola de la misma forma.

¿Por qué él no podía ser así? Porque no podía caminar con tranquilidad y seguridad por los pasillos, porque no podía mantener una relación equitativa con sus amigos, porque no podía dejar de tener miedo de sí mismo y no sentirse asqueado de todo. ¿Por qué no podía simplemente vivir?

Sentía como iba desmoronándose con lentitud, pero con fuerza. Cada mínima cosa iba llenando su vaso, acercándolo a su inminente tormenta. Las cosas con sus padres iba de mal en peor, habían comenzado a presionarlo con su próximo examen de acceso a la universidad y junto con ello, sobre su carrera universitaria. Sus familiares alegaron que debía escoger una carrera noble, valiosa e influyente, no esa estupidez de pedagogía que él deseaba.

Y pese a todo lo que puede estar causándole molestia en casa, lo que rebosó su vaso y su fortaleza fue encontrarse con Jungkook ese día en la mañana. Ese miércoles se cruzó con Jungkook en uno de los pasillos, donde el menor pasó junto a él, casi rozando su hombro. Sus ojitos brillantes no lo miraron directamente, solo pasaron de él como si nunca se hubiesen conocido, siguiendo su camino, ignorando por completo su presencia.

Fue doloroso y dolió aún más cuando recordó que había sido el culpable de todo esto.

Para cuando el amanecer iluminó su habitación y llegó la hora de ir al colegio nuevamente, Taehyung sintió su cabeza a punto de explotar. Sus dolores de cabeza eran más intensos que de costumbre y le desesperaba, pese a ello, tenía una idea en mente para poder deshacerse de ellos.

Le causaba incomodidad, pero era la única solución que podía encontrar por ahora. Al llegar a la institución, no fue a recoger sus útiles a su casillero, tampoco asistió a su primera clase. En su lugar se encontraba frente aquella puerta de madera bien pintada, donde la placa dorada indicaba donde estaba.

"Enfermería escolar".

Taehyung respiro con fuerza, esperando el momento para dar tres golpecitos sobre la puerta. Inesperado fue que justo al poner su puño sobre la madera, la puerta fue abierta, encontrándose a quién menos esperaba.

Jungkook quedó perplejo al ver a su mayor frente a él, con su rostro pálido, ojeras marcadas y ojos opacos. Ninguno supo qué decir, menos el de cabellos rojos que solo podía dedicarse a mirar las bellas facciones del menor, ahora deterioradas por lo que sea que tuviera. Al ver que ninguno tenía la iniciativa de hacer algo, Jungkook comenzó a caminar fuera de la oficina rumbo a su clase, pese a ello, no logró su cometido, pues unos pasos más adelante, su brazo fue tomado con poca fuerza, haciéndolo girar.

Suspiro con pesadez, no tenía ganas de ver a Taehyung a la cara y mucho menos de hablar con él. Su mayor le había dejado bastante claro algunas cosas y Jungkook no pensaba arriesgar su corazoncito por salvar a alguien. Ya lo había intentado antes y salió de la peor forma, la primera persona en destrozar su corazón fue su padre, así que si él que le dió la vida no podía devolver el amor que le era brindado, no podía esperar que lo hiciera un chico que parecía más perdido que agradecido por su vida.

Metanoia [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora