Metanoia [Taekook]

Capítulo 9.

Ahora se encontraba en la casa de Hyunjin junto a Jimin y Félix.

Al despertarse y encontrarse totalmente solo en casa, decido salir y no avisar, tal como habían hecho sus padres y Namjoon. Todo había sido extraño desde que se despertó esa mañana. Siendo las 10:00 am, abrió sus ojos y no escuchó ni un solo ruido en casa. Se sentó sobre su cama y frunció el ceño, su padre nunca dejaba que siguiera durmiendo después de las 8:00 am.

Al salir de su habitación con el cabello alborotado y su pijama se encontró totalmente solo. Sin una nota escrita, ni un mensaje dando explicación a esto. Tampoco estaba su desayuno. Nada, no había nada. El corazón se le encogió y sintió unas inmensas ganas de llorar.

Las cosas con su familia nunca mejoraban, solo iban de mal a peor y eso lo desgastaba en gran medida. Rendido, subió a su habitación, decidido a ahogarse en sus lágrimas y recriminarse por su actitud y su molesta existencia. Taehyung se ha sentido asqueado de sí mismo gran parte de su vida, pero esa desagradable sensación se vuelve el triple de molesta cuando pelea con sus padres o hermano.

Es como si todo fuera su culpa siempre. Como si él fuera el problema... y tal vez sí lo era.

Estando preparado para recostarse en su cama otra vez y desarmarse en su tristeza, alguien llama a la puerta. Extrañado, baja las escaleras haciendo un pequeño berrinche porque ha tenido que bajar otra vez. Abre la puerta con cuidado y se encuentra con un sonriente castaño.

Sin poder evitarlo y sintiéndose pequeño ante el aura pura de su mejor amigo, Taehyung se abalanzó a los brazos de Jimin, abrazándolo con fuerza y soltando todas las lágrimas que ocultó en la noche, tratando de convencerse de que todo estaba bien. El de cabellos castaños, tristemente acostumbrado a estas situaciones, respondió al abrazo de su amigo, brindándole consuelo y palabras de aliento.

Entraron en la casa del pelirrojo para luego sentarse en el sofá, donde Tae se acurrucó junto a su mejor amigo, quien le regalaba suaves caricias en la espalda. Pasaron unos minutos en esta posición, hasta que Taehyung logró calmarse lo suficiente como para preguntarle a Jimin que hacía allí.

Para su sorpresa, su mejor amigo venía por él para ir a casa de Hyunjin, así que Park Minjung estaba afuera esperando por ellos para dejarlos en casa de su amigo. Taehyung, sintiendo la emoción recorrer su cuerpo, se levantó rápidamente para ir a su habitación y alistarse. Tardó menos de cincuenta minutos y estuvo listo para salir, con sus ojos un poco rojos, pero sintiendo una paz inexplicable mientras viajaba en el auto de su segunda madre junto a Jimin, su otra mitad.

Es así como ahora está discutiendo con Hyunjin porque el muy idiota dice que es un tramposo de primera y Taehyung si lo es, pero no lo va a admitir. Él ganó con mucho esfuerzo aquel videojuego de Mortal Kombat, y por esfuerzo se refiere a que cada vez que Hyunjin estaba por ganarle, él lo desconcentraba con alguna pregunta de su relación.

Estaban de madrugada y los padres de Taehyung ni siquiera le habían mandado un solo mensaje, pese a ello, el de rojos cabellos estaba más sereno que nunca. Según la madre de Jimin, ella había hablado con Minji sobre pasar la tarde y noche en casa de su amigo y que ella aceptó gustosa. Taehyung dudaba, a su madre no le interesaba en absoluto lo que él hiciera. Pero no iba a dejar que aquello lo afectase.

Hace mucho tiempo que Taehyung no se sentía tan cómodo con las personas de su alrededor. Por supuesto, ha compartido mucho con Jimin, es prácticamente su hermano, que lo llena de amor, felicidad y tranquilidad; sin embargo, nunca se ha sentido tan acompañado como ahora.

Siempre era él quien se quedaba en una esquina, apartado y sintiéndose inseguro de sí mismo, viendo en la lejanía a sus compañeros ser felices, compartir con sus amigos, reír a carcajadas y abrazarse con fuerza entre sí. Era tan triste saber que nunca nadie intentó acercarse a él o intentó quererlo, todos parecían dejarlo de lado y con el tiempo fue acostumbrándose a eso, a que lo abandonaran o a no ser tan interesante como para mantener a las personas en su vida.