𝙚𝙣𝙘𝙚𝙧𝙧𝙖𝙙𝙤𝙨ㅡCap.28

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El argentino aún yacía con la mirada perdida en dirección hacia la pantalla del televisor cuando unas lágrimas delicadas como él mismo empezaron a caer sobre su celestina piel.

Un simple tintineo se oyó desde la puerta, a pesar de que ambos lo escucharon decidieron permanecer a la espera, como si el tiempo no importara, irónicamente, el tiempo en esta situación si era importante, y demasiado.

El irritante "ringg-ringg" se presentó una vez más, luego de eso, unos golpes a la puerta. Aún en silencio.

-¿Hola~? ¿Alguien en casita?- Vociferó una voz detrás de la puerta.

-Hi? Someone?- Otra voz se hizo presente.

El británico alzó la cabeza sorprendido, claro que había reconocido el acento canadiense en esas preguntas del final, por lo que parpadeó un par de veces, sorprendido por la inesperada (y aun ilegal) visita.

-Canada? - preguntó en voz alta, sacando de su trance a Argentina, quien procedió a mirarlo con negación en su interior, este era el bello ángel que desaparecería para siempre de su vida, con quien no volveria a contactar por miedo al "¿Qué dirán?" Tanta felicidad (que más que felicidad eran peleas) se esfumaria y no lo volvería a ver nunca jamás en el resto de su existencia y el no queria eso, pero también era demasiado cobarde como para enfrentarse a si mismo y a los pensamientos del resto, de los cuales ni siquiera sabía si lo iban a apoyar honestamente o si lo juzgarian en secreto toda su vida. Eso era algo que tenía en común con UK, al igual que él, ninguno de los dos se lo habia contado nunca a nadie por temor a ser minimizados.

El británico de dirigió la puerta, abriendo esta con cierta curiosidad, escuchó otra voz a parte de la de su hijo. Correcto, al atraer la puerta hacia si mismo logró divisar al canadiense, y a su lado un nervioso mexicano, que al notar quien le había abierto la puerta, pues, se puso aún más nervioso.

-Ay cabron, ¿este es mi suegrito, Cannie?- Dijo, susurrando la pregunta para que solo sea escuchada por su novio. En cierta parte lo logró ya que el británico logró escuchar más no pudo reconocer lo que decía, sin embargo su mente tan concentrada en el argentino hizo que no fuera un gran interés.

El mexicano fué silenciado con algo de nervios por parte del bicolor rojizo, quien tenía un tupper mediano con panqueques tibios adentro.

-Dad, we can..go?- preguntó para entrar en la casa, ya que había visto a su papá un poco distraído en su mente.

-OH, yes, sure- Luego de decir eso, abrió un poco más la puerta, y se dirigió hacia atrás para dejarles el paso libre, a lo que el tricolor menor murmuró un "gracias" algo tímido, nada común en el latino.

El de sol se reincorporó lejos de los malos pensamientos y distinguió por el rabillo del ojo a ambos norteamericanos, así que fue a recibirlos amablemente.

El mexicano y argentino, grandes amigos de toda la vida se saludaron con toda la confianza del mundo, luego de saludar tímida pero amablemente al canadiense, el sudamericano se vio arrastrado en segundos hacia un lugar apartado del europeo en su casa, siendo guiado por sus invitados.

-Wey- dijo emocionado el mexicano, mientras le tomaba las manos al celestino con emoción y Canadá acariciándole el hombro al otro norteamericano.

-¿Qué pasa? ¿Es malo? ¿Se murió alguien?- preguntó preocupado el ojiverde.

-No cabrón, ¡todo lo contrario!- Sonrió en grande, se le notaba la felicidad a kilómetros de distancia. -Canadá y yo, estamos saliendo- lo dijo en voz baja, para que solo sea oído por el menor de los tres, quien de inmediato al captar la noticia, se avalanzo a abrazar al mexicano, quien obviamente lo abrazó también.

𝙚𝙣𝙘𝙚𝙧𝙧𝙖𝙙𝙤𝙨ㅡ UƙarğDonde viven las historias. Descúbrelo ahora