—¿Cómo que no? —inquirió Miguel dándose media vuelta sorprendido.
—Simplemente... No papá —exclamó Gabriella aguantando el llanto.
—Mi niña, tranquila —dijo la mujer levantándose del sillón.
Ella y Miguel fueron de inmediato con la menor de la habitación y la abrazaron con ternura, sabían lo importante que esto era para ella, no entendieron el porqué no la escogieron, fue la mejor en todo.
—Perdón papá, no lo logré —sorbió por la nariz y se pegó al pecho del nombrado.
—Arañita, está bien, no pasa nada —acarició su mejilla e hizo que alzara la mirada—. Pagaré tu ingreso y ya.
—No es eso papá... Quería ganármelo —se separó de ambos y les dio la espalda.
—¿Y quién dice que no te lo has ganado? Linda, mírate, eres toda una atleta —mencionó la de lentes señalando a su contraria de cuerpo completo.
Y razón no le faltaba, la joven mujer tenía las mejores piernas del colegio, cuando obtenía el balón no había nadie que se lo quitara, y la arquera sabía lo que le esperaba. Sin mencionar su complexión no tan curvilínea, había sido dotada con los genes de su padre y él era un hombre bastante robusto. Varias veces la confundieron con un varón al estar de espaldas, no sabía si ofenderse o halagarse.
—Lyla tiene razón —agregó Miguel.
—Cómo siempre —susurró la fémina.
—Ven aquí cielito, no te pongas triste —extendió sus brazos a los costados.
Ella volteó ligeramente la cabeza y con algunas pocas lágrimas fue hacia él y lo abrazó con fuerza, no pudo evitar chillar el triple, puede que sus figuras paternas tengan la razón, pero nadie le quitará la aflicción que siente en estos momentos, al menos no por ahora, necesitaba procesarlo.
Gabriel hizo acto de presencia y se quedó observando la escena con detenimiento, apretó los labios con incomodidad y rascó su nuca guardando suavemente el celular.
—¿Y ahora qué pasó? Nomás me fui unos minutos —dijo el oji-verde.
—Tú que crees —remarcó Lyla frunciendo el ceño y señalando con los ojos a la pequeña llorando.
—Oh... Ay princesita, tranquila que igual tu papá es millonario —habló con un tono jocoso mientras le sobaba la espalda.
—Ya cállate Gabriel —replicó la castaña con un golpe en su hombro.
—Ay perdón... —suspiró sentándose en una silla cercana.
Pudo escuchar unas débiles risas emanar de la chica, casi inaudibles por estar pegada al regazo de su padre, el chiste le había dado gracia en realidad, se despegó del más grande y secó sus lágrimas formando una diminuta sonrisa ladeada.
—Gracias, ya estoy mejor... Iré a mi cuarto para pensar un poco —aclaró Gabriella despidiéndose de las visitas con un beso sobre la mejilla.
—Si me necesitas estaré aquí afuerita —informó Miguel.
—Está bien papá, disculpen por haberles hecho venir por nada —declaró.
—Nah, tu tranquila Gabi, siempre es un placer venir a vaciar su despensa —contestó su tío yendo por algo del refrigerador.
—Igual también tenía ganas de pasar la noche aquí, mañana haré los panqueques que te gustan —dijo Lyla con emoción.
—Oki... Hasta mañana —se despidió bajando la voz y retirándose.
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The Monster of Nueva York [Miguel O'Hara AU]
Fiksi PenggemarMiguel O'Hara es un padre de familia y el genetista principal de Alchemax, en dónde un grave accidente lo ha puesto al borde de su parte más primitiva. Una historia en donde la muerte es la única salvación y posible desenlace. Inspirada en el aclam...