4

429 21 114
                                    

Sábado por la mañana, el sol recién se estaba asomando por el horizonte y Eddward Marion ya tenía todo listo para su salida con Kevin.

Investigó y descubrió que una muy buena estrategia para que alguien quedé pensando en ti deben compartir experiencias llenas de adrenalina positiva. Por eso pensó de inmediato en el parque de atracciones, aparte de que hace tiempo que no iba a uno. Y lo mejor es que no quedaba ni tan cerca ni tan lejos, solo unos quince minutos al salir de Peach Creek. Lo único que le preocupaba, era encontrarse a alguien del instituto y que comenzarán los rumores antes de tiempo.

La noche anterior, Edd le escribió a Kevin para que estuviera listo a las 10 de la mañana, irían en su automóvil. El pelirrojo tan solo le respondió con un stiker, hecho que le molestó un poco, pero no le tomó importancia.

Eligió un atuendo casual: zapatos deportivos blancos con detalles rojos, un jean negro, una camiseta de tiras blancas con una camiseta mangas largas de cuadros rojos y negros tipo leñador. Se puso su icónico collar con los pines de “M” y “A”. Su gorro negro, ya era una parte de su cuerpo. También se colocó una pulsera de acero negra, regalo por parte de su mejor amiga: Marie.

A la hora acordada, el joven Vicent salió de su casa y cerró con seguro. Encendió su auto, ingresó en el y se situó frente a la casa de los Grells. Se miró a si mismo por el espejo retrovisor, se deleitó con su propia belleza y se lanzó un beso. Sintió una mirada en su cuello, se volteó y se encontró con las orbes verdes de su vecino.

—Buen día, Pumpkin.

El nombrado se tragó la risa que se generó al ver a Edd lanzándose un beso a si mismo. Carraspeó su garganta.

—Hola, Eddward … — saludó nervioso.  —¿Iremos solo los dos?— preguntó por las dudas para saber si situarse en el asiento del copiloto o en los asientos traseros, aunque se sentiría menos tenso en los asientos de atrás.

—Pues sí o … ¿Acaso tenías pensado en invitar a alguien?— musitó sarcástico.

—Nop, tan solo preguntaba …

—Por cierto, siéntate acá— golpeó el asiento de copiloto y el contrario obedeció.

—¿A dónde iremos?— preguntó una vez dentro del vehículo en lo que se ponía el cinturón de seguridad.

—Te dije que era una sorpresa, así que cuando lleguemos lo descubrirás— respondió antes de agregar lo siguiente con un tono muy coqueto. —Por cierto, te ves muy bien … — su mirada de paseó por el cuerpo del halagado, quién se sobresalto y se encogió.

El joven Grells portaba: zapatos deportivos blancos, unos jeans sueltos café claro, una camiseta blanca y sobre esta un suéter marrón de lana fino para las frescas brisas de la mañana.

—Gracias … — musitó el de pecas con una sonrisa de pánico. —Tú i-igual te vez geni-nial— asintió con su cabeza y se volteó para ver hacia la ventana, entrelazó sus dedos al sentir que no dejaban de temblar y se obligó a si mismo a no hiperventilar. Hecho que hizo sonreír de oreja a oreja al piloto.

El carro comenzó a avanzar y tomó una ruta para salir del pueblo. Kevin estaba asustado, ya no por el miedo irracional que sentía por Eddward, sino por la atracción hacia Eddward que estaba creciendo dentro de él.

Justo ayer por la noche se dedicó a investigar en internet casos en los que vecinos de la infancia de enamoraban en la adolescencia. Aparte de que recordó aquella ocasión en la que casi se besó con Eddward en el concurso de deletreo cuando estaban en 4to de primaria.

En aquel entonces Kevin estaba por salir del baño y se quedó con la mano en la manija de la puerta al ver que tenía el cordón desatado, sin pensarlo se agachó a amarrarselo a la vez que Edd entraba al baño y cayó sobre él. Fue un accidente, pero no fue más que un choque de labios sin roces. De inmediato ambos se separaron y sobaron sus narices con una gran mueca de dolor. Eddward le dijo que no estorbara el paso y que tuviera más cuidado, Kevin tan solo suspiró y bajó su cabeza. Se pusieron de pie y cada uno siguió con su camino.

꧁ 𝙴𝚗𝚛𝚎𝚍𝚊𝚍𝚘𝚜 ꧂ •[ 𝐑𝐞𝐯! 𝐊𝐞𝐯𝐞𝐝𝐝 ]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora