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Eddy se recostó sobre su cama con los ojos cerrados. Había sido un día muy cansado. Sin embargo, uno muy productivo. Había arreglado y aseado su habitación. Aunque está ardua tarea la hacía una vez al mes, como mínimo.

Limpió lo más que pudo para poder despejar su mente del sujeto llamado Nathan Goldberg. Si bien es cierto que fue su crush platónico en la preadolescencia, por no decir en toda su adolescencia, ya que al cumplir catorce años se alejó y enemistó de él por motivos personales …  su padre homofóbico.

Ahora debía conquistarlo y acostarse con él, por solo $200.00 …

¿En qué estaba pensando al surgerir esa apuesta?

Solo quería quitarse las ganas de follar con un chico y ganarle en una apuesta a Eddward para restregárselo en la cara cada que se le diera la gana.

Tan solo era eso, pero tenía que salir Doble D con su “Solo si el destino elige a nuestras víctimas”.

—Todo hubiera sido tan sencillo si Nathan no hubiera cruzado por esa puerta … — murmuró para si mismo en la soledad de su habitación.

Y ahora estaba protagonizando una de esas películas románticas baratas como las que solía ver su madre hace años.

Skipper talló sus párpados y miró hacia su escritorio, ya tenía la cuarta carta guardada en el sobre junto con un sticker de corazón. La tercera la dejó el viernes en el casillero del pecoso.

En su mente comenzó a reproducirse una recopilación de sus mejores momentos junto con Nathan. El verano en el que la familia Goldberg rentó una de las casas vacías del callejón y fue uno más del Cul-De-Sac durante dos meses y medio. Esas mañanas y atardeceres en las que todos compartían como prepubertos, comían dulces y correteaban por el vecindario, montando en patinetas o patines y en bicicleta.

Las contadas tardes en las que los niños del callejón no podían salir a jugar y solo quedaban ellos dos. Nathan y él, solían ir al parque a columpiarse mientras charlaban sobre lo que se les viniera a la mente y si contaban con dinero iban a comprarse un dulce. Aunque no era necesario, la mera compañía del joven Goldberg le genera felicidad a su pequeña alma.

Las ocasiones en las que su hermano mayor llegaba de su trabajo y les traía hamburguesas a todos. Les aconsejaba y apoyaba que disfrutarán de su adolescencia como él no pudo debido a que debía trabajar desde joven para ayudar a apagar las facturas del hospital de sus abuelos.

Ese viernes que empezó la apuesta habían transcurrido exactamente cuatro años desde que su madre y Dave se fueron en la noche sin despedirse de él. Nunca pudo mostrarles el boletín de notas con varios sobresalientes, cuánto deseaba que su hermano mayor lo felicitara y le llevará a comer unas hamburguesas por su esfuerzo, tal como él prometió.

Eddy sintió su nariz taparse, por lo que se sentó y fue ahí que cayó en cuenta que estaba llorando. Buscó una toalla pequeña en su cajón y sonó sus mocos. Se forzó a sí mismo a dormir y así lo hizo.

El lunes por la mañana Eddy se dirigió a las gradas del instituto. May Cruel había citado todos los líderes de los equipos deportivos que también obtuvieron medallas de honor en los torneos intercolegiales al final del primer semestre.

Fútbol americano, básquetbol masculino y femenino, voleybol masculino y femenino, natación masculino, más el equipo de porristas de Peach Creek. Cada líder de los grupos deportivos estaban sentados en las gradas a la hora solicitada a excepción de Eddy.

May se puso de pie y miró su reloj, ya eran las 7:15. Debía comenzar la reunión.

—Ahí viene, Eddy … — enunció Ed con un tono de molestia y vergüenza.

꧁ 𝙴𝚗𝚛𝚎𝚍𝚊𝚍𝚘𝚜 ꧂ •[ 𝐑𝐞𝐯! 𝐊𝐞𝐯𝐞𝐝𝐝 ]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora