Chapter II

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"Una bebé especial"

Los planes se modificaron. El mudarse no estaba en discusión pero Carlisle ya no abandonaría su trabajo. Tendría que conseguir toda la información posible de la bebé que Esme esperaba que fuera su hija.

Resulto que la niña efectivamente era suya y a causa de que Esme la registró solo con su apellido materno no se conocía quien era el progenitor, tampoco es que fuera importante.

La bebé por la que tanto había sufrido Esme estaba viva y ahora tenía que volver a donde pertenecía, junto a su madre.

Lo complicado era la sangre de la bebé.

Esme no quería lastimar a su hija pero entendía que su estado de neófita conplicaba las cosas. Junto a Carlisle decidieron que lo mejor era ir poco a poco.

El Cullen cada día visitaba a la bebé llevando una prenda tejida por la misma Esme. Al día siguiente volvia llevar una prenda nueva y la anterior era entregada a él con la excusa de lavarla aunque en realidad caía en manos de la vampiro quién se fue acostumbrando al olor de su nenita.

La niña parecía reconocer el aroma de su madre pues cuando la vestían automáticamente se dormia y si estaba llorando de la nada dejaba de hacerlo.

Este proceso también ayudó a Carlisle a demostrar ante sus colegas el interés y cariño que sentía por la menor. Cuando supieron que el "joven" doctor deseaba obtener la tutela de la bebé lo apoyaron sin dudar y hasta abogaron por él cuando los de servicios sociales no aprobaron que un hombre soltero tuviera una bebé a su cargo. Con un poco de presión y dinero de por medio se pudo lograr.

Es así que con eso resuelto, Edward y Carlisle planearon darle una sorpresa a Esme. Ella no se imaginaba lo que pasaría y si pudiera hubiera inundado de lágrimas su casa tan pronto como sintió el dulce aroma de su hija.

Su olfato la llevó al segundo piso, mas precisamente a la habitación del adolescente, la puerta estaba abierta permitiéndole observar a Edward de espaldas. Al entrar, su hijo mayor giró a verla. Él vampiro estaba cargando un pequeño bulto envuelto en una manta celeste por lo cual solo una minúscula manito se asomaba sujetando con fuerza el dedo pulgar del cobrizo.

  ───¿Es ella? ───preguntó Esme dando un paso. ¿Era cierto? ¿no estaba soñando? No, no era un sueño, era real y estaba frente a ella. Ahí estaba lo que su corazón anhelaba.

  ───Sí, Esme es tu hija, acércate ───la animó Edward.

Esme dio otro paso entusiasmada, pero tan pronto como avanzó, retrocedió. Su felicidad la había cegado por un momento que hasta olvidó lo que ahora era. Un peligro.

Carlisle quiso reconfortarla. Le dio un apretón en sus hombros y con paciencia la acercó lentamente hasta donde estaba Edward con la bebé. Le dijo que si algo salía mal ellos estaban ahí para ayudarla, que no temiera y que confiara más en ella misma. Era algo impresionante que a pesar de solo llevar algunos meses como neófita ya pudiera controlar su sed. Todo lo que se lograba por el amor a un hijo.

Esme dejándose llevar llegó delante de Edward y este le entregó a su hijita. La sensación de cargarla otra vez era indescriptible, era un sentimiento tan hermoso y descomunal que todo el dolor que tuvo desapareció y una inmensa calma le llenó los poros.

Su pequeña bebé balbuceaba palabras incomprensibles. Se veía curiosa y confundida, temía que su bebé se haya olvidado de su rostro. Ese temor se evaporó al ecucharla reír y ver como su traviesa manito se acercaba para darle caricias torpes o jalar su cabello.

Ahora lo tenía todo, esta feliz y completa y se prometió que no dejaría que nadie le arrebatara esa felicidad.

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«LITTLE BLESSING» 𝘛𝘸𝘪𝘭𝘪𝘨𝘩𝘵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora