Capitulo tres.

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Temo amarte y ya no puedo callarlo.

Kara pudo jurar que nunca vio a Lena con aquel brillo en los ojos, era como si una llama se reflejarán, cuando la visualizo junto a Maggie Lena se acercó con pasos firmes y tocó el hombro de Kara, está se levantó rápidamente y la saludó para luego presentarla. Maggie la saludó alegremente y presentó a su hija pequeña, sobrina de Kara. Lena asistió y respondió con la formalidad que la caracterizaba para luego marcharse hasta la oficina de su esposa, era evidente que el saber la identidad de la morena no había calmado algo en ella.

Kara: No te esperaba aquí, ¿ocurrió algo?

Lena: No, vine a invitarte a almorzar pero por lo que veo ya haz hecho planes.

Kara: Para nada, Maggie quedará aquí a esperar a Alex, podemos ir donde desees.

Lena: Bien, te espero en el coche, Kara. - sin esperar respuesta salió y se despidió de aquel modo frío con Maggie quien simplemente respondió para luego esperar a la rubia en el coche. Una vez que Kara ingreso el silencio permaneció hasta que Kara noto como se alejaban poco a poco de la ciudad.

Kara: ¿Dónde vamos?

Lena: Nos vamos de la ciudad, vamos al mar y espero no tengas planes porque no pienso dar marcha atrás.

Kara: Len, ¿estás bien?

Lena: Mejor que nunca.

La casa de Lena y Kara en la playa era una estructura perfecta que cumplía con todos sus gustos y preferencias. Desde el momento en que pusieron un pie dentro de ella, quedaron maravilladas por la belleza y la elegancia que la rodeaba como el primer día.

La fachada de la casa era imponente, con una arquitectura moderna y sofisticada que se fusionaba armoniosamente con el entorno natural. Sus grandes ventanales permitían que la luz del sol se filtrara en cada rincón, iluminando los espacios con una cálida y acogedora luminosidad.

Al cruzar el umbral, se encontraban con un vestíbulo espacioso y exquisitamente decorado. Los suelos de mármol pulido brillaban bajo la luz, reflejando la elegancia y el lujo que caracterizaban cada rincón de la casa. Unas escaleras majestuosas conducían al segundo piso, invitando a explorar aún más.

La sala de estar era un oasis de confort y estilo. Los muebles de diseño se combinaban con suaves alfombras y cojines, creando un ambiente acogedor y relajante. Unas grandes puertas corredizas de cristal se abrían hacia una terraza con vistas panorámicas al mar, invitando a disfrutar de la brisa marina y los atardeceres dorados.

La cocina, equipada con los electrodomésticos más modernos y de alta gama, era el sueño de cualquier chef. Los armarios de diseño impecable albergaban una amplia variedad de utensilios y vajillas, listos para ser utilizados en la preparación de deliciosas comidas. Una isla central se convertía en el punto de encuentro perfecto para conversar mientras se cocinaba.

Los dormitorios eran verdaderos santuarios de descanso y tranquilidad. Las camas king-size con sábanas de seda y almohadas mullidas prometían noches de sueño reparador. Los baños, revestidos de mármol y equipados con bañeras de hidromasaje y duchas de lluvia, ofrecían momentos de relajación y cuidado personal.

El jardín que rodeaba la casa era un paraíso verde y exuberante. Palmeras y plantas tropicales se alzaban en armonía, creando un ambiente sereno y privado. Una piscina infinita se fundía con el horizonte del océano, invitando a disfrutar de refrescantes chapuzones bajo el sol.

Ni bien cruzaron la puerta de la casa, Lena sorprendió a Kara al comenzar a beber de manera desmedida. Kara sabía que esto era una señal de estrés y preocupación. Lena, con su voz ligeramente incoherente, comenzó a hablar de forma inentendible, sus palabras se entrelazaban en un torbellino de emociones y pensamientos confusos.

Después de un rato, Lena volteó hacia Kara con una mirada divertida y comenzó a hablar en italiano, sabiendo muy bien que Kara no entendía el idioma. Para Kara, esto resultó gracioso y desconcertante al mismo tiempo. Observó a Lena con una sonrisa, sin poder evitar sentirse cautivada por la forma en que Lena se expresaba en un idioma desconocido para ella.

Las palabras en italiano fluían de los labios de Lena con una cadencia musical, como si estuviera recitando un poema antiguo. Kara se dejó llevar por el ritmo y la melodía de las palabras, disfrutando de la belleza de la expresión de Lena, incluso sin entender su significado.

Aunque Kara no comprendía el contenido de las palabras de Lena en ese momento, podía percibir la pasión y la intensidad en su voz. Era evidente que Lena se estaba liberando de alguna carga emocional a través de su discurso en italiano, encontrando un escape en la expresión de un idioma que solo ella entendía en ese momento.

Kara, con una mezcla de admiración y diversión, se dejó llevar por el encanto de la situación. Observó a Lena con ojos brillantes, disfrutando de la espontaneidad y singularidad de su compañera. A pesar de la barrera del idioma, los sentimientos y la complicidad entre ellas trascendían las palabras y se manifestaban en gestos, miradas y risas compartidas.

Lena, con su voz ligeramente incoherente, continuó hablando en italiano. Sus palabras fluyeron con una mezcla de amor y miedo, creando una expresión emocionalmente intensa y contradictoria.

-Temere di amarti e non poterlo più tacere, Kara, dijo Lena en italiano, sus ojos reflejando un profundo sentimiento de amor. Pero a medida que las palabras salían de sus labios, también se podía percibir un rastro de terror en su voz.

Kara, aunque no entendía el italiano, captó la esencia de las emociones que Lena estaba transmitiendo. El sentimiento de Lena era innegable, pero también había un miedo palpable en sus palabras. Kara pudo sentir la tensión en el aire mientras Lena luchaba con sus propios temores y emociones contradictorias.

A pesar de no entender las palabras exactas, Kara se acercó a Lena con suavidad, envolviéndola en un abrazo reconfortante. Quería transmitirle a Lena que estaba allí para apoyarla y enfrentar cualquier miedo juntas.

Lena, con lágrimas en los ojos, se aferró a Kara, encontrando consuelo en su presencia. Aunque el terror que Lena sentía era real, también sabía que lo que compartían era más fuerte. 

Después de diez años de complicidad, risas y momentos compartidos, Lena no pudo resistir más. En medio de la intensidad de sus emociones y el aire cargado de palabras y miedo, la azabache se atrevió a dar el paso y se acercó a Kara con determinación.

Con el corazón latiendo desbocado, Lena tomó suavemente el rostro de Kara entre sus manos y, sin decir una palabra, se inclinó hacia ella. Sus labios se encontraron en un beso cargado de anhelos y deseos que habían estado guardados durante tanto tiempo.

El mundo pareció detenerse en ese momento. Las emociones se entrelazaron en un torbellino de pasión y ternura. El beso fue suave y dulce, pero a la vez cargado de una intensidad que solo el amor verdadero puede generar.

Kara, sorprendida pero emocionada, respondió al beso de Lena con la misma pasión y entrega. Sus labios se movieron en perfecta sincronía, explorando y expresando todo lo que habían guardado en su interior durante tantos años.





Ella es mi esposa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora