Capitulo cinco

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Lena: ¿Podrás perdonarme algún día?

Kara: ¿Por qué debería perdonarte?

Lena: Por no cumplir con mi rol de esposa.

Kara: Todos enfrentamos miedos, y eso incluye a ti también.

Lena: Kara. - Toma sus manos entre las suyas.- Quisiera decirlo, quisiera, pero...

Kara: Lo dirás cuando sea el momento adecuado. - acaricia la mejilla de su acompañante. - Ahora. - Rosa sus labios. - Déjame amarte, no me arrebates esto, no ahora.

Lena: - La besa.- No puedo imaginar mi vida sin ti, no puedo concebir nada sin tu compañía.

Kara: No me iré a ninguna parte. - La besa. - Ni ahora, ni nunca. - Vuelve a besarla. - Porque tú eres mía. Mi esposa y eso nunca va a cambiar. - La jala hacia su regazo. - Dilo, vamos Lena, dilo para mí.

Lena: Soy tuya.

Lena se deja llevar por la pasión del momento, entregándose completamente a Kara. Sus manos acarician suavemente el rostro de Kara, explorando cada rincón con ternura y admiración. Kara responde con caricias igualmente suaves, sus dedos acariciando la piel de Lena con devoción.

El mundo desaparece a su alrededor mientras se pierden en el éxtasis del amor compartido. Cada beso, cada caricia, es un recordatorio de la profunda conexión que comparten y la promesa de un futuro diferente.

Cuando Lillian y su esposo cruzaron el umbral de la entrada, Lena sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Kara intentó brindarle apoyo, pero como era costumbre, Lena mantuvo su distancia formal. Habían pasado unos días desde que habían vuelto a estar juntas y todo parecía haber retomado su curso normal. Sin embargo, esto resultaba hiriente y doloroso para Kara, quien aún anhelaba la presencia de la Lena amorosa y cercana que solía conocer en escasos momentos.

Lillian abrazó a su hijastra y Lena correspondió al abrazo, luego siguió su padre. Kara saludó a ambos y tomó lugar junto a su esposa en los sillones. La conversación fue corta, como de costumbre, hablando sobre cómo les iba a ambas. Antes de que pasara una hora, se dirigieron a sus habitaciones, planeando pasar su estancia en el hogar de su hija.

Lena, tras el fin de todo, buscó un escape y se refugió en su trabajo. Después de algunas horas, se encontraba en su oficina, inmersa en sus tareas empresariales. Había retomado su papel de mujer de negocios exitosa y se había sumergido en su rutina diaria, dejando atrás cualquier rastro de vulnerabilidad o emociones profundas que pudieran haber surgido durante su tiempo juntas en la casa de la playa.

En ese momento, estaba trabajando en un proyecto junto a Imra, su asistente con la que había establecido una relación profesional sólida en poco tiempo. Ambas estaban discutiendo los detalles cuando Kara apareció inesperadamente en la puerta de la oficina.

Lena, sin mostrar ninguna emoción en su rostro, se levantó y se acercó a Kara. Aunque por fuera parecía tranquila y controlada, por dentro su corazón latía con fuerza, recordándole los momentos compartidos y la pasión que aún existía entre ellas.

Lena: Kara...

Kara: Esta noche te invito a cenar.

Lena: Mis padres están en casa, no cenaremos con ellos.

Kara: Ellos irán a la ópera.

Lena: Entiendo, esta noche estaré contigo.

Kara: Bien. - Antes de salir por la puerta, Kara dirigió una mirada intensa a Imra, quien se mantenía al costado del escritorio de Lena. - Lena. - Volteó a verla. - Me gusta cómo te ves.

Lena: Gracias. - Se sonrojó y luego vio salir a su esposa. -

Sin embargo, antes de que Kara pudiera marcharse, se detuvo al escuchar una conversación entre Imra y Lena.

Imra: ¿Ella lo sabe?

Lena: No, no consideré oportuno decirlo.

Imra: ¿Qué pasa si un día lo descubre?

Sus palabras resonaron en su mente, revelando que ambas se conocían desde mucho antes y que Lena había evitado tener un encuentro casual propuesto por Imra en el pasado.

La frialdad volvió a envolver a Kara mientras procesaba la información. Había mantenido su distancia de Lena, manteniendo una fachada de indiferencia y negando cualquier conexión emocional que pudiera existir entre ellas desde su regreso.

Lena se recompuso rápidamente, volviendo a su papel de mujer de negocios decidida y enfocada, mencionando a Imra que eso no era relevante. Continuó la conversación con Imra como si nada hubiera pasado, dejando a un lado sus sentimientos personales y centrándose en el trabajo.

Aunque en su interior, el corazón de Kara se debatía entre el deseo de confrontar a Lena y el miedo de abrirse a una posible herida emocional. En ese momento, decidió poner un fin a todo. Pasará lo que pasará seguiría adelante con su vida profesional y personal.

Lena y Imra se conocieron de forma accidental durante uno de los viajes de negocios de Lena hace algunos años. Era imposible negar la conexión entre ellas, ya que se podía sentir en el aire. Se llevaban muy bien y el coqueteo era algo cotidiano. En ese pasado lejano, Imra intentó tener relaciones casuales con Lena, pero sus propuestas e ideas fueron rechazadas y dejadas de lado. Lena estaba casada y tenía claro que debía ser leal y recibir lealtad, y Imra lo entendió. Sin embargo, Imra siempre buscó formas de volver a conectarse, y conocer a Samantha fue la oportunidad perfecta.

Durante toda la cena, la rubia miraba directamente a los ojos de su esposa mientras tomaba uno trago tras otro. El licor quemaba su garganta, pero ella no iba a detenerse. La rabia la consumía, junto con los celos. Lena se sorprendió ante este comportamiento, no era normal y no quería soportarlo. Antes de que se levantará de la mesa, soltó las palabras: - Sé todo. Sé que ustedes se conocen y sé lo que existió entre ustedes. - Sus pasos se detuvieron y se volteó. Quería explicar, quería decirle a Kara que sus suposiciones eran incorrectas y que no la había traicionado. Sin embargo, Kara no estaba interesada en escuchar. Se levantó, tambaleándose hacia el coche y se marchó del lugar, dejando a Lena desamparada.

Con suerte, Kara logró llegar a casa después de los acontecimientos de la noche anterior. Se instaló en su casa en la playa, desconectando todos los teléfonos y cualquier forma de ser encontrada. Había aceptado este matrimonio porque creía que podía funcionar, que podía ser más que un contrato beneficioso que parecía perfecto, que podían existir sentimientos. Pero saber que su esposa, la persona que la amaba, había aceptado a alguien como Imra en sus vidas destrozó todo.

Lena regresó a casa y su ataque de pánico en su habitación no pasó desapercibido para sus padres, quienes llamaron inmediatamente al médico. Sin embargo, el estado histérico de la mujer llevó a que la medicaran y cayera en un profundo sueño en la cama. Preocupados, sus padres intentaron llamar a Kara, pero ella no respondía.

A la mañana siguiente, Kara empacó una maleta con todas las pertenencias de Lena que se encontraban en la casa. Recuerdos, fotos, detalles, todo fue guardado y el cierre fue cerrado. Luego, arrojó la maleta en uno de los sótanos de la propiedad. Se preparó el desayuno y tomó su medicación para la resaca. Se alistó y se preparó para que su estado no fuera tan evidente. Después, regresó a su trabajo como si nada hubiera pasado.

Por su parte, Lena no salía de la cama. Sus lágrimas recorrían sus mejillas y las palabras que Kara le había dicho se repetían una y otra vez en su mente. Quería correr hacia donde se encontraba Kara, pero no sabía dónde estaba. Deseaba explicarle, tantas veces como fuera necesario, que sus suposiciones y sus ideas eran erróneas, que los celos la estaban cegando. Pero no sabía cómo hacerlo.

Sus padres estaban preocupados por su estado. En un intento por encontrar a Kara, fueron a buscarla a su trabajo y tuvieron éxito. Kara dejó que Lionel le explicara todo. Sin embargo, a pesar de eso, Kara se mantuvo firme en su posición. El hombre mayor le dijo a Lena al volver que ella que no volvería a casa, que ese lugar ya no era su hogar, y le pidió que llamara a alguien que ya conocía para que la ayudara, ya que según la rubia no estaba disponible para eso, ni ahora ni nunca.


Ella es mi esposa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora