Capitulo once.

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Kieran pareció haber comprendido la gravedad del secreto que Samantha había guardado con tanto cuidado. Para ella, era injusto que se hubieran cometido esos actos, pero decidió que, antes de dar su opinión, lo mejor que podía hacer era comprender la situación e investigar por qué siempre existía una respuesta. Samantha, una vez que Kieran se retiró, se sintió aliviada al ver que no solo la había comprendido, sino que también le había prometido que guardaría silencio. Además, por razones obvias, acordaron que Kieran no tenía ninguna obligación hacia la criatura, ya que, aunque Samantha era madre, Kieran no tenía la responsabilidad de apoyarla o sentirse involucrada en esa situación forzada por alguna idea errónea. Samantha recordó a Kieran que su hija era su responsabilidad y que estaba satisfecha con eso. También le hizo saber que si en algún momento Kieran deseaba formar parte de la vida de la niña de una manera muy diferente a la actual, no habría ningún inconveniente. Sin embargo, por el momento, Kieran no tenía ninguna obligación o necesidad de asumir un papel, ya que la diferencia de edad y etapas era bastante considerable.

Después de unos días y una exhaustiva investigación, Kieran logró obtener toda la información sobre la vida de Alexandra. Con gran placer, se dispuso a leer los documentos que tenía en sus manos. La información era clara, precisa y contenía todas las pruebas necesarias para que Kieran pudiera encontrar tranquilidad en su vida diaria. Samantha estaba justificada en sus acciones. Samantha sabía muy bien por qué había tomado esa decisión, a pesar de que había atentado contra la confianza que alguna vez existió en la relación. Ruby había sido rechazada, no solo frente a su madre, sino también frente a otras personas.

Eliza: No puedes abandonar a tu esposa cuando tenían planes establecidos para tener una hija.

Alex: Ya no la amo. Ya no siento nada por ella, y estar a su lado es más una carga que un alivio o una felicidad. Me siento atrapada al despertar y verla. Aunque sé que yo soy su mundo y su felicidad, para mí ella es un obstáculo. Eres mi madre, por eso vengo a pedirte ayuda. Quiero que la convenzas de que se divorcie de mí antes de que tome otra decisión.

Eliza: ¿Cuál sería esa decisión, Alexandra?

Alex: Huir. Maggie me dio esa opción de manera indirecta, podría decirse, y creo que es lo mejor.

Eliza: Lo mejor hubiera sido no haber engañado a la mujer a la que le pediste un hijo y una familia.

Alex: Todos tenemos derecho a equivocarnos. Pedí demasiado, más de lo que podía manejar. No esperaba volver a enamorarme y no esperaba sentir la presión de tener que renunciar a todo por ser feliz.

Eliza: Lo que sientes por Maggie no es amor. Porque si lo fuera, antes de cometer cualquier acto, habrías enfrentado la situación de manera honesta y leal con la mujer que te entregó tantos años de su vida. Sé que cometí errores en tu crianza, pero ahora que te veo, se que no solo cometí errores sino también  olvidé enseñarte valores y lealtad, y sobre todo a diferenciar entre el amor y la pasión. Solo te diré una cosa: dime qué harás si existe una pequeña oportunidad de que el tratamiento haya funcionado, y si es así, dime qué no te desligarás de una criatura que tú misma pediste que naciera.

Alex: Si esa criatura existiera, le pediría a Samantha que la abortara, que se deshiciera de ella lo más rápido posible. No necesito ataduras, no necesito responsabilidades, no necesito ser madre. Ahora me arrepiento.

Eliza: Vete de esta casa. Ya no quiero verte. He escuchado suficiente de tu boca. No te diré algo una vez que salgas por esa puerta, pero ten en cuenta que todo mi apoyo desaparecerá y tu padre hará lo mismo. Me encargaré personalmente de que no solo te alejes de él, sino de que te desconozca como hija. Después de haber escuchado todo esto, es lo menos que puedo hacer. Estoy profundamente decepcionada, y no solo de ver tus actos sino de haberte traído a este mundo eres la peor persona que he podido conocer.

Alex: Perdóname por no ser la hija que esperabas.

Una vez que la pelirroja salió de la casa, Samantha salió de su escondite. Vio a su suegra y, con una sonrisa a medias, le dio las gracias. Le había abierto los ojos mucho antes de que ella revelara la verdad. Efectivamente, el tratamiento había funcionado y ahora estaban en paz con la realidad. Samantha salió por la puerta y esperó el momento oportuno para enfrentar a Alex y cerrar ese amargo momento.

Ella es mi esposa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora