Love and Signs [Simon Riley]

~Capítulo 8~

Ana emocionada por su salida con Simon empezó a buscar ropa con anticipación. No tenía mucha ropa, pero buscó lo más decente para su cita.

Su elección estaba entre un vestido blanco con cerezas y una blusa negra sin mangas color negro con un listón en el cuello a juego con una falda beich con capas de tela malla mosquitera poliéster con mariposas negras.

Tenia dudas con cual ir así que espero a Zara para pedirle su ayuda con eso.

Miro la hora y casi grita. Habían pasado dos horas en buscar ropa y dejó su habitación hecha un desastre para ir a la cocina y hacer la cena.

Mientras buscaba los ingredientes en la nevera su celular sonó y ella se acercó y lo tomó.

Sonrió al ver quien se lo mando.

Ella empezó a buscar una nueva bolsa de azúcar para Ghost aunque una duda le llegó ¿Azúcar? ¿Pero si a él casi ni le gusta lo dulce?

Mientras tanto con Ghost. Se empezó a cuestionar por lo que pidió, buscó la excusa más barata y sencilla para poder verla.

No podia quitarse de la cabeza cuando Ana lo beso en la frente y él la llamó su novia sin serlo. Solo lo hizo para callar a esas arpías pero admitio que decirle a si a ella le habia encantado. Su novia, solo suya.

Se dio una cachetada mental por empezar a divagar con cosas así.

Suspiro y salió de su apartamento para ir a ver a Ana.

Ya estando al frente de aquella puerta le mando un mensaje y al minuto ella le abrió.

Otra vez usando esa linda pijama de ranita, no sabía de que personaje era pero le quedaba a corde a su personalidad.

"-Hola Ghost... Pasa."

"-Hola Ana y gracias."

Simon noto que Ana hablaba más seguido y eso le alegro, ya que la confianza entre ellos había crecido bastante.

Ana le entregó la bolsa y Ghost la tomó rozando sus dedos y de nuevo se volvieron a ver directo a los ojos como en la cafetería.

Una tensión invadio el apartamento. Simon escuchaba su respiración y la de ella y Ana solamente observaba.

"-Ana..."

"-Ghost..."

Poco a poco ambos empezaron a acercarse quedando a unos milímetros de los labios del otro hasta que.

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Zara estacionó su auto y salió cansada y humillada. No entendia la forma de ser de ese hombre.

Suspiro varias veces y entró al edificio saludando a la recepcionista. Camino hasta el elevador, solo queria gritar, pero no lo hacía por los vecinos ya que Ana no la escucharía.