CAPÍTULO 9

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2 días habían pasado desde aquel percance, dos días desde que Deidara no podía dirigirle la mirada a Naruto.

No podía, le avergonzaba los actos de este y sabía que no había algo que pudiera decir o hacer para cambiar su comportamiento. Lo peor de todo es que en esos dos días que mantuvo su distancia Hidan aprovechó para acercarse aún más a su hermano que al principio se dejaba hacer solo para fastidiarlo pero al final notó como al parecer le gustaba hacerlo más allá de eso.

Cuando la tarde del tercer día llegó, Deidara se propuso a hablar con ellos. Ya no le quedaba de otra que aceptar lo que hacían para ver si así su hermano perdía el interés al ver que ya no iba a lograr molestarlo con sus acciones. Además debía apresurarse porque se supone que debían llegar dónde su padre los estaría esperando por lo tanto los llamó pero al ver que no le prestaban atención y seguían besándose como si no hubiera un mañana se acercó a ellos carraspeando.

—Necesitamos hablar —dijo esta vez sin esperar contestación—, debemos irnos.

—¡Enhorabuena! —dijo Naruto entusiasmado.

Quería ver sangre y tripas por doquier, no aguantaba más la emoción por tener tal maravillosa vista del exterior.
Si estos dos días que pasaron se pudo contener fue por el simple hecho de que estuvieron cogiendo todo el tiempo con Hidan.

—¿A qué esperamos entonces? —preguntó Hidan yendo por su guadaña igual de emocionado que el rubio aunque le hubiese gustado poder fornicar un poco más.

—Antes que nada ¡Por el amor de Dios vistanse! —exigió viendo que al parecer ninguno tenía la intención de hacerlo.

—Amargado —bufó Hidan pasando por su lado chocando adrede su hombro.

Una vez que estuvieron listos teniendo comida y agua salieron, claro que Deidara se aseguró también de hacerse un pequeño botiquín en caso de que alguno salga herido o mejor dicho que Naruto o él salgan heridos porque Hidan no le importaba. Si era posible deseaba que una multitud de caminantes lo destrozara así no tenía que ver su asquerosa cara nuevamente.

—Ah, cierto —dijo caminando detrás de los otros dos viéndolos caminando muy pegados, recordó que era lo primero que debía haberles dicho—. Acepto su relación.

Ambos se detuvieron y lo miraron.

«Hasta que me prestan atención —pensó con ironía.»

Hidan río levantando la guadaña hacía él.

—¡Por fin! —dijo y se abalanzó hacía él blandiendo la hoz.

Mientras tanto en el muelle Kakashi junto a su pareja habían llegado pero para su desgracia no eran los únicos por lo que no les quedó de otra que arriesgarse a llegar al barco sin ser atrapados en el proceso.

—¡Vamos! —apresuró Kakashi lanzando golpes con una barra de metal apartando a cuántos zombies pudiese del camino.

—¡Arranca! —pidió su pareja una vez que estuvieron dentro.

—¡No puedo, mis hijos aún no llegaron! —contestó desesperado al no verlos por ningún lado— ¡Deidara! ¡Naruto! —gritó esperando verlos llegar pero no hubo respuesta.

—Maldición —gritó su pareja acercándose y soltando la soga para después apresurarse a poner en marcha el barco.

—¡No! —gritó Kakashi al ver horrorizado cómo se alejaban de la orilla.

Deidara se agachó justo a tiempo sino su cabeza hubiese volado por los aires. Pensaba hacer un escándalo cuando vió que en realidad él no era el objetivo del loco Hidan, sino un muerto.

Hijos de la Muerte [HidaNaruto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora