Capítulo ocho

18 5 0
                                    


“El problema del mundo es que las personas inteligentes están llenas de dudas, mientras que los estúpidos están llenos de confianza”.

—Charles Bukowski

Mi mirada estaba fija en el rubio que aún se encontraba de rodillas ante mi, pidiendo perdón por todo el daño que me había causado en el pasado. Estaba claro el arrepentimiento que tenía su rostro, pero eso era algo que a mí no me importaba, el solo era un peón en mi juego de ajedrez, un peón que estaba apunto de ser devorado por la reina.

El rubio lo único que podía causarme era lastima, ahora entendía el gran poder que tenía en mis manos y no lo podía desaprovechar, tenía que usarlo para escapar de esta miseria, era mi gran oportunidad para salir de estás malditas paredes blancas.

—Está bien, te perdono por todo el daño que me hiciste.

Finalmente fui capaz de hablar.

El rostro del rubio se alzó dejando ver una pequeña sonrisa de felicidad que ahora tenía en su rostro, se levantó con lentitud del suelo y enderezó su espalda quedando enfrente de mi. En un movimiento rápido que tuvo, se acercó a mi y paso lentamente sus manos por mis caderas intentando pegar nuestros cuerpos, pero rápidamente hice intentos muy inútiles de alejarme de el, aún tenía la camisa de fuerza.

Lucas estiro sus manos hacia mi espalda y desabrochó la camisa de fuerza para que yo pudiera terminar de quitarla, en cuánto sentí lo que hizo me la quite.

—Que te perdone no significa que vamos a volver a ser algo, date tu lugar.

Di un paso hacia atrás para marcar un espacio entre nosotros, evitando que pudiera volver a tocarme, Lucas solo me daba asco y nada más que asco, después de ver cómo se acostó con Lina aquella noche, no quería que me volviera a tocar.

El rubio pareció darse por vencido y se dió la vuelta caminando hacia la puerta, era momento de que el se marchará o los guardias lo iban a hacer, pero en ese momento la luz volvió a fallar dejando todo a oscuras, una vez más estábamos en el mismo sufrimiento que la última vez.

No estaba sintiendo un buen presentimiento, algo me decía que no saliera de la habitación, sentía una presión en mi pecho. Sabía que el había vuelto por mi.

—Morgan, no salgas de la habitación.

Escuché decir a Lucas, quien abrió la puerta y salió, yo podía obedecer, pero aquel hombre enmascarado de la última vez, seguro sabía en dónde estaba y eso era mucho más fácil a encontrarme.

Todo me estaba gritando a que saliera, debía salir de la habitación y perderme en los pasillos para que no me encontrarán, no sabía lo que quería de mi, pero no se lo iba a poner fácil.

Aún sintiendo la presión en mi pecho, salí de la habitación, los guardias no estaban en la puerta, algo que no era normal, el piso frio del psiquiátrico siempre fue algo que odie.

Comencé corriendo por el pasillo, quizás mi mejor opción era llegar a la azotea y quedarme allí, la última vez había bajado y eso no termino en nada bueno.

Me mantuve corriendo tratando de evitar a todos esos objetos que me podían hacer tropezar, aunque por ser este pasillo, no debería de haber nada.

Deje de correr al sentir un líquido viscoso en mi pies, parece que había pisado algo con olor a metal. Mi imaginación me estaba jugando un muy crudo juego pensando lo que era ese líquido.

Y fue en ese momento en dónde sentí las pisadas detrás de mi, otra vez me sentía como si estuviera jugando al gato y al ratón, sentirse el ratón no era nada bueno.

Mi corazón comenzó a latir a mil y solo pude seguir corriendo, aunque sentía la sensación del líquido viscoso en mi pie, dentro de unos pocos minutos había logrado llegar a las escaleras, solo debía tomar dos grandes opciones, azotea o segundo piso, eran dos opciones importantes, pero solo una me dejaría salir ilesa está noche.

Quería llorar por la adrenalina que estaba sintiendo por dentro, jamás en mi corta vida me habían pasado sucesos como esos y para mí eso no era algo bueno, le temía a lo desconocido y me asustaba saber que me esperaba en el futuro.

Sin pensar mucho más, decidí ir hacia el segundo piso, si lograba escapar del psiquiátrico todo llegaría a su fin y jamás me iba a volver a pasar algo como esto, de eso me encontraba muy segura.

Corrí con fuerza por las escaleras, saltando algunos escalones, temiendo llegar a caerme por la ausencia de la luz.

Por lo menos, ya no escuchaba las pisadas detrás de mi, ahora podía quedarme un poco más aliviada y evitar correr tanto, pero no podía bajar la guardia, aquel desconocido podía aparecer en cualquier momento.

El venía por mi, es mi karma.

Terminé de bajar las escaleras y llegué al segundo piso, un segundo piso demasiado callado para mí gusto, que estuviera todo callado no me causaba paz, me causaba angustia, podrían todos estar muertos y posiblemente yo sea la única sobreviviente, eso no lo sabía.

En otros momentos el silencio me generaría una paz interior inimaginable, pero en esto momentos con los pensamientos que tenía me causaba era una crisis existencial.

Esperaba poder salir pronto de este sufrimiento.

"Estábamos tan cerca de las estrellas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora