Capitulo siete

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Morgan Miller


El acto que teníamos al frente sin duda alguna era maravilloso, una obra de arte total.

—¿Era una zorra no?

Murmure viendo aún a la chica colgada, había recordado exactamente cada una de las palabras que fueron soltadas con mucho enojo del chico cabello azul.

Está no era mi obra, pero dudaba que fuera una obra de el, era muy débil como para siquiera matar una mosca.

Unos brazos me tomaron enseguida, impidiendo que pudiera moverme, me gire para ver a dos guardias sujetando mis brazos, tenía uno en cada lado y antes de que pudiera protestar me sedaron con una inyección.

Me moví en vano, ellos eran demasiado fuertes, mis ojos se empezaron a cerrar lentamente hasta que caí sin conciencia en sus brazos.

(...)

Veía borroso y fluía de forma rara como si de un día de tratase, todo cambió cuando puede volver a ver de forma clara, viendo las escenas que tenía adelante de mi, un recuerdo que conocía al pie de la letra.

Estaba en la cabaña afuera de una de las ciudades de Canadá, había olvidado como era aquel duro, solitario y frío clima de invierno en Canadá.

Una yo de hace unos meses atrás estaba subiendo la calefacción un poco más, hasta que el calor fue agradable y el frío no se sintió más, la madera en sus pies rechinaba cada que ella daba pasos hacia algún lugar de aquella cabaña.

Dentro de poco ella se dirigió hacia el gran sofá que había en la sala, la seguí escuchando como un resoplido resonaba por la sala, recordaba bien ese recuerdo, eran uno de los que siempre se quedaban en mi corazón por ser muy preciado para mí.

Ella o mejor dicho mi yo de antes, se sentó en el sofá recostando su espalda de aquel respaldar, estaba disfrutando de por fin haber tenido la felicidad deseada o eso era lo que creía en ese momento.

La puerta se escuchó abrir y cerrar, me gire un poco para ver de quién se trataba, no era ni más ni menos que el, el amor de mi vida, aquel que asesine cruelmente afuera de esta misma cabaña.

El paso a través de mi y mis lágrimas cayeron suavemente por mis mejillas, lleve mi mano hacia mi pecho y me acerqué lentamente viendo como se sentaba en el sofá junto a mi antigua yo.

Fue el abrazo más cálido que había recibido en mi vida.

Esos ojos cafés que tenían el mejor brillo que había visto y su cabello negro que estaba desordenado. Éramos la pareja perfecta y eso nadie lo podía negar.

El subió la cabeza y miro justo hacia donde estaba yo, sus ojos ahora eran sin aquel brillo que alguna vez ame con todo mi ser, de su boca estaba saliendo sangre, estaba repitiendo una y otra vez que yo lo había asesinado.

—¡Me mataste, me mataste!

Lleve mis manos hacia mi cabeza para sujetarla con fuerza y mover la cabeza de un lado a otro negando ante la acusación que estaba diciendo sobre mi.

Toda la habitación se empezó a llenar de sangre y ahora aquel frío había regresado, golpeaba mi rostro con fuerza causando que mi cabello se moviera hacia atrás siguiendo a su dirección.

Lloraba con fuerza hasta que desperté de aquel sueño, estaba llorando y cada músculo de mi cuerpo estaba tenso.

Estaba una vez más en el colchón de mi habitación, pude levantarme con dificultad, odiaba sin duda alguna la camisa de fuerza. Quería irme cuánto antes de aquí.

Camine hacia la ventana y pegue la mitad de mi rostro para ver mejor, el sol estaba en su punto más alto indicando que era media día, había dormido por horas.

Escuche la puerta sonar y me alejé para saber de quién se trataba, creía que sería del estúpido de Lucas o sería John intentando sacar información de lo que había sucedido en el pasillo con aquella chica muerta, pero para mí sorpresa no era ni más ni menos que mi querido psiquiatra William.

—Hola, Morgan.

Saludo con formalidad mientras se acercaba lentamente hacia mi, no sin antes observar cada milímetro de mi, se aseguraba de que no le pudiera hacer daño, era un cobarde más de este maldito psiquiátrico.

No le quise responder, sabía que todo lo que dijera o lo que hiciera, estaría levemente vigilado.

—Me da gusto volver a verte, me han indicado que te has portado muy mal.

¿Portado mal? Que no me haga reír el viejo este, yo últimamente no he estado haciendo absolutamente nada.

—A mí me han estado indicando que su esposa sigue peor que antes, pero yo no sé lo digo.

Silencio total, me encantaba tener el control sobre las personas, era simplemente magnífico y excitante.

El mayor duro unos segundos en silencio antes de anotar algo en su libreta, sabía que era lo que decía "el paciente sigue peor que nunca" no era ni más ni menos que la misma patraña una y otra vez.

—Me informaron que usted tuvo que ver respecto al incidente de la paciente Jessica Gray, ¿eso es correcto?

Menee la cabeza de un lado a otro negando ante las acusaciones que este decía sobre mi.

—No tuve nada que ver.

Bufé mirando a otro lado evitando mirarlo a toda costa, dejaría que creyera lo que le daba la gana.

El mayor metió las manos en los bolsillos de su pantalón y de allí saco un pequeño frasco con las pastillas que me iban a mantener sedada por horas, era como una anestesia o una droga, daba igual la mierda que fuera.

Se acercó a mi en pasos lentos, tuve que mirarlo abriendo la boca para ceder a que me diera aquellos sedantes, no estaba de humor como para oponer fuerza contra el.

Saco las pastillas y metió dos en mi boca dejando estás en mi lengua sin atreverse a tocarme, se alejó de mí para evitar que yo hiciera algún movimiento en contra de el.

Escondí muy bien las pastillas fingiendo que me las había tomado.

—Nos vemos en otra consulta, si decides cooperar, mi oficina está abierta, solo dile a John o algún otro guardia.

Y con ese discurso horrible, se marchó de allí, no sin antes asegurarse de que yo me había tomado las pastillas.

Mire como salió por la puerta y una pequeña sonrisa apareció en mis labios mientras escupía con un poco de fuerza, pero sin lograr hacer ruido, allí estaban las pastillas que el creía que me había tomado.

Mire las pastillas en el suelo y con mi pie comencé a moverlas suavemente para esconder estás mismas debajo del colchón, se me dificulto, pero lo terminé logrando minutos después.

Tuve que girarme una vez más, debido a que escuche la puerta abrirse, creía que era John tratando de recibir alguna explicación, pero resulta que no era más que el doctor Lucas.

—¿Vienes a sacarme información?

Espete de mala gana mirando con desprecio al rubio que se acercaba a mi, parecía tener un rostro arrepentido.

—No, vengo a pedirte perdón por haberte agredido.

Jamás creería que aquel ególatra me estaría pidiendo perdón, creo que el fin del mundo comenzaba a acercarse.

—No, no te perdono.

Respondí y me alejé de el, en cuanto intento acercarse a mi, no me dejaría manipular por sus intentos baratos de arrepentimiento, sabía que solo quería sacarme información.

Lucas se acercó a mi, pero ni siquiera me tocó, solo se arrodilló al frente de mi dejando la frente en el suelo pidiendo perdón una y otra vez implorando mi piedad hacia el.

La espalda de Lucas se estiró hacia al frente quedando sentado sobre sus piernas.

—Perdón.

Una gran sonrisa creció en mi rostro sabiendo que estaba hiriendo a aquel ególatra que ahora, parecía un completo ser inferior y miserable.

"Estábamos tan cerca de las estrellas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora