Capítulo diez

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Morgan Miller

El suelo frío había sido el encargado de hacerme despertar, no sabía que había pasado o que me habían hecho, pero lo único que sabía era que el hombre desconocido venía por mi, yo era su meta en este lugar.

Mis ojos estaban vagando por la oscuridad del pasillo, el cuello comenzaba a doler por el golpe que recientemente había recibido hasta desmayarme. Todo ésto era un maldito caos y posiblemente yo sin haber hecho nada era la causante de todo esto.

El día en el que mi karma se encargaba de aparecer había llegado, iba a sentir el infierno que me esperaba por haber sido una maldita perra los últimos años, todo lo que había dado, se me estaba regresando y eso no era nada bueno, porque no había dado cosas buenas.

Dure varios minutos tirada en el suelo hasta que finalmente me senté en el mismo con mucho cuidado, evitando hacer algún movimiento en falso, ¿cuánto tiempo llevaba tirada allí? El tiempo era realmente confuso, pero aún era de noche y todo seguía oscuro sin indicios de querer amanecer, eso indicaba que aún debía ser de madrugada, la noche si que era larga. Mi mano fue encargada de comenzar a buscar alrededor algo con lo que pudiera defenderme, tratando de conseguir algo útil, pero sentí algo metálico muy frío, sabía que era por la forma que tenía, ¿el desconocido me había dejado un arma? Era un completo loco por haberme dejado un arma.

Me levanté del suelo con cuidado evitando caer, todo seguía oscuro y ahora debía descifrar por dónde se había ido aquel hombre o si quiera seguía por allí vigilando desde las sombras. Estaba apunto de avanzar hacia adelante, pero un particular olor llegó a mis narices, ¿eso era olor a quemado? Fue allí en ese momento dónde la oscuridad fue comenzando a desaparecer siendo reemplazada por una gran llama naranja, se estaba incendiando el psiquiátrico.

Nunca había sido una persona religiosa o persona que le gustará el hecho de idolatrar a un ser todo poderoso que dió la vida por nosotros, eso me parecía ridículo, pero en estos momento mi mente estaba haciendo cosas que jamás creí que haría, rezaba porque pudiera sobrevivir está maldito noche y que saliera ilesa de mi pasado, rezaba porque pudiera ver una vez más la luz del día y que saliera de este lugar.

Trague grueso mirando la llama naranja que se aproximaba a mi con cada segundo que pasaba, era momento de correr con todas mis fuerzas para tratar de salir e irme finalmente de acá, esa era la distracción que todos necesitaban para que yo desapareciera.

Mis piernas comenzaron a responder ante mi claro intento de huida, me di la vuelta corriendo por dónde aparentemente había regresado antes, aquellas escaleras que iban a decidir mi futuro, esa era mi única esperanza hasta ahora de sobrevivir y no morir quemada en este lugar.

Llegué a las escaleras y comencé a bajar con pasos apresurados, tenía que bajar a planta cuánto antes, estaba en el segundo piso y lo más probable era que el incendio había comenzando desde abajo, pero no iba a tener oportunidad alguna si pensaba ir a la terraza, me quedaría entre los escombros y las cenizas muerta sin oportunidad de vivir la gran vida que todavía me quedaba por delante, una vida que no iba a atreverme a desaprovechar en tales momentos como esté.

Llegué a la primera planta o mejor dicho, al piso número uno, todo era llamas y sufrimiento lograba escuchar los gritos de las personas que aún estaban encerradas en sus habitaciones, aquellas personas inocentes que no merecían nada de esto, pero ese no era mi problema o les salvaba el pellejo a ellos o me salvaba el pellejo a mi.

Caminé con cuidado entre el pasillo que se estaba incendiando, el humo comenzaba afectarme y eso indicaba que tenía que darme prisa, mi cabello rojo se movía de un lado a otro con cada movimiento que me encontraba dando, mi cabello se veía más radiante ante el claro color que me rodeaba, un solo color que había sido el que siempre me acompañaba para todos lados.

Seguí caminando hasta que ví una figura acercarse hacia mi, una figura que conocía perfectamente, eso me hizo sujetar con fuerza la pistola que tenía en mis manos hacia aquel rubio que dentro de unos pocos segundos estaba al frente de mi, era mi momento de cobrar lo que me debía, el sufrimiento que me causó, se lo iba a causar en estos precisos momentos.

—Baja esa arma.

Grito aquel rubio al notar como lo estaba apuntando, no sabía cuántas balas tenía o siquiera si estaba recargada, pero era un riesgo que iba a tomar.

El vivo recuerdo de esa noche en Halloween regreso a mi, haberlo visto follando con una zorra que odiaba con todo mi ser, Lucas culpando a los efectos secundarios del alcohol por haber cometido una "equivocación" como lo hacía llamar.

—Es momento de cobrar lo que me debes.

Sentí una presencia detrás de mi y acto seguido unas manos recorrer desde mis costados hasta mi cadera para subir finalmente quedando en mis hombros, la expresión que Lucas había tomado ante la clara presencia de alguien más que estaba a mi lado, era símbolo de que algo no estaba bien y fue allí donde escuché esa voz que me perseguía, esa voz que hace media hora atrás me causaba pavor.

—Dispara, el fue un idiota contigo.

Sentí unos suaves labios rozar levemente mi oreja de forma provocativa, ¿debía hacerle razón y arriesgarme?

Lucas quien aún seguía sin moverse estando a unos pasos de mi, me miraba con horror temiendo que hiciera lo que seguro estaba pensando, mi mente buscaba respuestas y acciones que resolvieran el acertijo de la situación, algo que me ayudara a salir de allí.

—Si eliges que el viva, vas a volver a sufrir como aquella noche.

Volví a escuchar en mi oído y antes de que Lucas pudiera tratar de hablar, el desconocido volvió a hablar.

—Vente conmigo y nada te faltará, sabes todo lo que he hecho por ti hasta ahora.

Era cierto, aunque desde otras perspectivas eran acciones malas, aquel desconocido me ofrecía las claras posibilidades de salir de este infierno que no tardaría en quemarse y quemarme a mi si no decidía, Lucas no tenía las posibilidades de mantenerme con vida antes de ser quemados, en cambio, el desconocido había tenido todo planeado y estaba seguro que tenía más de una via de escape para salir sin un solo rasguño.

Lucas dió un paso hacia mi tratando de que las palabras adecuadas salieran de su boca.

—¡Morgan! No lo hagas, sabes que te amo.

Mi dedo apretó el gatillo dejando un disparo en el pecho de Lucas, justo en dónde estaba su corazón, el sonido del disparo hizo eco por todo el lugar y un cuerpo cayó al suelo.

Mi mirada bajo y allí estaba, un rubio comenzando a agonizar mientras su cuerpo se estaba desangrando, alguien que nunca debió volver a involucrar conmigo en primer lugar, el sabía que clase de persona era y lo que era capaz de hacer para estar bien.

Las manos que sentía en mis hombros, bajaron nuevamente hacia mi cintura para obligarme a dar la vuelta apreciando el rostro de aquel desconocido que me estaba persiguiendo, aquel gato cazador que buscaba a su presa.

Un chico de piel canela con unos ojos de color avellana, unos labios tentadores y un increíble cabello lacio que rozaba suavemente sus cejas hasta su nuca, era el chico que siempre había soñado, ¿desde cuándo mi pesadilla se había convertido en un sueño? El chico de ojos avellana acercó su rostro lentamente al mío, yendo directo por mis labios.

Dentro de unos cortos segundos ambos estábamos compartiendo un beso cálido y lento, sin importar que atrás todo se estuviera quemando, no tenía que preguntar para saber que saldría de allí con vida.

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⏰ Última actualización: Jun 13 ⏰

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