Capítulo nueve

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No siempre es bueno conocer lo desconocido.

—Mariangel Pineda.

Desconocido.

Era mi momento de salir de las sombras y dejarme conocer, era mi gran momento de sacar los más perverso de mi.

Tenía meses vigilando todos los movimientos del psiquiátrico tanto como adentro y afuera, todo estaba completamente vigilado y está era la gran noche en la cual por fin iba a sacar a Morgan.

No había sido tan difícil entrar en el psiquiátrico, en verdad tenían que mejorar mucho esa seguridad que tenían.

Mis movimientos hasta ahora habían sido completamente precisos, estuve mucho tiempo planeando cada uno de mis movimientos, estuve en todo momento observando los movimientos que hacía la peliroja y los guardias de psiquiátrico.

Ellos cada hora hacen una rotación en dónde se van a comer y luego cambian de puesto, esa distracción que ellos mismos causan era mi oportunidad para llevar el plan esa noche.

Había apagado las luces una vez más, me encantaba ser el gato en este juego, sabía que Morgan se sentía prisionera siendo el ratón en los juegos, eso solo lo hacía mucho más divertido.

Subí la capucha de la sudadera negra que tenía, abajo de la misma tenía una protección en caso de que me dispararán, no podía arriesgarme y dejar perder la noche que más había deseado.

Solté un suspiro saliendo de una de las habitaciones del psiquiátrico, ya había apagado las luces, solo tenía que ir directo hacia la habitación de Morgan y así íbamos a salir por las escaleras, afuera tenía un auto robado, un auto que no iba a devolver.

Caminé con pisadas fuertes por el frío y solo pasillo, una vez más los estúpidos guardias estaban haciendo su dicha rotación para ir a comer, que mal sistema de seguridad tenían en estás malditas cuatro paredes.

Solo tenía que concentrarme en Morgan, ella era mi objetivo.

Seguí caminando por el tercer pasillo, justo en ese momento escuché salir al doctor que parecía chicle de Morgan, no la dejaba quieta y eso me preocupó al principio hasta que descubrí el pasado ambos compartían, el no me llegaba ni a los talones, así que no tenía nada que preocuparme.

Me detuve para escuchar la corta conversación y luego escuché las pisadas apresuradas de aquel rubio mal teñido, me hice aún lado para que mi presencia no fuera notoria, no podía arruinar mi plan.

Aquel rubio me pasó por al lado y con eso segundos después escuché unos pasos más delicados salir de la habitación de Morgan, sabía que era ella, no tenía que verla para saber exactamente lo asustada que estaba.

Una sonrisa apareció en mi rostro, recordar el aroma de su cabello cuando la sorprendí en el armario, tenía un aroma a lavanda.

Eso me volvía completamente loco.

Regresando al momento, escuché los pasos de la chica alejarse, tal parece que quería ir hacia las escaleras, en cuanto la tuve un poco lejos, comencé a caminar detrás de ella con pisadas fuertes, quería que me escuchará y sintiera pavor de lo que era capaz de hacerle, quería que sintiera miedo por saber que quería decir y miedo por saber quién era.

Comenzando a caminar detrás de la chica hasta que llegue a las escaleras, no sabía si había ido por arriba o por abajo, solo tenía que pensar bien en las opciones, posiblemente ella creería que no la buscaría en la terraza, porque no estaría allí, baje las escaleras de forma silenciosa para evitar que está volviera a intentar huir, tenía que ser un poco precavido con cada uno de los movimientos que hacía, no podía dejarme vencer por un ratón asustado.

Tenía que mantener la calma, era el gato en este juego y todo estaba bajo mi control, no tenía porque llegar a sentir miedo o preocupación por como estaba Morgan, la podía herir, pero no la podía matar.

Me mantuve caminando con sigilo escuchando unos pasos delicados y nuevamente ese gran olor a lavanda que solo tenía una chica en su cabello, era más que claro que se trataba de la peliroja.

Me acerque a ella para tomarla de la cintura, evitando que está pudiera salir huyendo, antes de que pudiera emitir un solo ruido, pase mi mano libre por su boca evitando que emitiera un solo grito, no me convenía que lo hiciera y menos sabiendo que el maldito rubio estaba por ahí.

Escuché la pesada y cortada respiración de la peliroja, sentía lo fría y tensa que estaba, tenía miedo y yo era el causante, algo que me hacía sonreír.

La recosté de una pared posando mi cuerpo contra el suyo evitando que usará las piernas y me diera alguna clase de patada o algún empujón. Mi rostro se acercó al suyo y me detuve cuando finalmente llegue a su oreja.

—Vine por ti y no me iré sin ti.

Mi voz estaba más ronca de lo normal, pero con esas simples palabras sabía que era capaz de hacer que cada bello púbico de la chica se pusiera de punta, sabía todo el miedo que ella sentía.

Antes de sacarla de aquel lugar, tenía muchas cosas que hacer, pero no me convenía amarrar o soltar a la chica como si nada, sabía que si la soltaba iba a ser mi fin, lo mejor era pensar en la otra parte del plan para que todo saliera a la perfección.

Despegue a la aterrada Morgan de la pared y me coloque detrás de ella pasando uno de mis brazos por su cuello, comenzando a hacer fuerza para cortar su respiración y dejarla inconsciente.

La sostuve alrededor de un minuto, en cuánto sentí como perdió fuerza y yo era quien la sujetaba, la acosté lentamente en el suelo para que no se diera un golpe duro si llegaba a despertar. Me asegure de que estuviera respirando, al fin de cuentas no era un monstruo o eso era lo que yo creía.

—Nos vemos pronto, linda.

Deje una pistola aún lado de ella y antes de que alguien me escuchará, me marche.

Todo mi plan estaba listo.

"Estábamos tan cerca de las estrellas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora