Cretenses capítulo 1

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19:59/ sábado 3 de febrero

Día 16 de junio, en el área metropolitana de Atenas, se extiende las tormentas torrenciales de lluvias. Las noches son frías en el centro de la ciudad, sin embargo, el movimiento nocturno no se detiene; los locales de comida, los antros, hoteles, el transporte público, siguen como si nada, al igual que las personas, que caminan y mantiene activo a los negocios; comprando y consumiendo hasta el más mínimo producto. Esta es la realidad del centro de Atenas.

Pero a los límites del sur de Atenas, ahí por el golfo Sarónico, se encuentra el pueblo de Cretenses. La vida allí es más tranquila, no hay mucho movimiento nocturno, la mayoría de las personas se resguardan en sus casas para descansar.

La parada del autobús hace su último viaje a las ocho de la noche, no son muchas las personas que toman este viaje, por lo que el viaje casi siempre se hace en solitario.

El autobús se estaciona en la parada, habré su puerta y deja salir a su único pasajero; un hombre alto, con piel morena, en su rostro llevaba una mascarilla de tela y tenía el pelo azulado. Su vestimenta era sencilla, solo un saco negro de mezclilla, una chompa de color plomo y su pantalón que hacía juego con su saco; toda su vestimenta estaba empapada pues no llevaba paraguas, su rostro estaba demacrado y demostraba cansancio, pero aun así seguía su rumbo.

Pasó por la Plaza de Talos ubicando frente al mar de Egeo y siguió caminando hasta doblar en una cuadra, donde caminó en dirección hacia un edificio, el edificio de las "Doce Casas" llamada así por tener doce pisos que eran mayormente utilizadas para departamentos. Su entrada era restringida, solo los que tenían una llave podían ingresar. Nuestro protagonista sacó de uno de sus bolsillos una llave con la que ingreso a la recepción del edificio, cerrando la puerta tras entrar. Caminó por el pasillo del ingreso, subió por las escaleras y al llegar al tercer piso entró al cuarto G-7, su apartamento. Dejó sus llaves en una mesa que tenía al paso de la entrada y caminó en dirección hacia su sofá, se sentó casi hechandose para prender la televisión y quedarse viendo programas aleatorios, ignorando lo mojado de su ropa.

Su departamento era un desastre; tenia todas las cosas tiradas, los platos de la cocina sucios y amontonados, las cortinas cerradas, el piso y cualquier superficie de esa casa llena de polvo, bueno todas menos un cuadro que estaba colgado en la pared de la entrada de su casa. Este era el título de graduado de nuestro protagonista. Se podía ver que salió de la Universidad Nacional y Capodistriana de Atenas, en la carrera de medicina. El nombre del graduado era: Deuteros Dálaras Spanos que se graduó a los 22 años con excelencia, un gran logro.

El tiempo pasó muy rápido en aquel departamento, sin darse cuenta había llegado la mañana y Deuteros seguía en la misma posición. Cuando vio la hora por la televisión suspiro cansado, tenía una cita médica en dos horas y otra vez se había amanecido. Se levantó con pereza y se fue a cambiar de ropa, en un par de minutos ya estaba listo para salir otra vez, se puso su cubre bocas, agarro sus llaves y salió de su apartamento dejando la tele prendida.

Odiaba salir de su apartamento, lidiar con la sociedad lo enfermaba, cada vez era más difícil para el soportar los distintos olores a feromonas que había por todo lado, aun cuando se colocaba cubre bocas parecía no hacer efecto.

Como pudo, llegó a su destino, entrando a su consulta médica semanal. Lo primero que vio fue a su médico sentado en su escritorio con su habitual sonrisa burlona cuál bufón.

-Toma asiento Deuteros...- Señaló la silla frente a su escritorio- Dime... ¿Has notado mejoría?

- No- Respondió cortante- Sigo repudiando las feromonas de todos.

- ¿La mascarilla te ayuda?

- Al principio sí, pero poco a poco pierde su efecto.

- ¡Muy bien! Entonces vamos a darte una mascarilla nueva- Su cara sonriente era lo que lo caracterizaba, dando esperanza a sus pacientes, aunque no funciona con Deuteros.- También toma los supresores que te recete la semana pasada, eso ayudará a que el olor de las feromonas sean más leves.

Cartas Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora