Hay un nudo de mugre
en la mitad de mi alma,
un asomo invita a
huir, a llorar, a esconder.
Pero cuando cierro los ojos,
aquel que no le teme a la
belleza oxidada, ni al oro
manchado de lodo,
corre, corre hacia las sombras
de mi alma y hace destilar de
mi pecho gotas de pasión.
Corre para que el viento limpie
sus pies y alimente su camino
con melodías suaves,
de aquellas que producen emotiva
melancolía y lo invitan a quedarse,
a perderse y apegarse a la
fisonomía del amor y del arte
fusionado en las paredes
de mi caparazón.En mi alma hay un nudo de
mugre que se mezcla, como dos
corazones desnudos que
suplican la presencia del otro,
con la las lagrimas sucias
de una soledad herida y maltratada
que agoniza en calma, silenciosa,
como una mente incurable que
sueña todos los días con la muerte.Nadie la escucha, nadie la sueña.
En mi mente hay un nudo de
palabras, suicido y cólera, pero
todos las noches le suplico a mi
cabeza que tome lo que le doy,
para que aquel príncipe gentil, jovial,
imaginario... lo desenrede con los pies.