Él no lo entiende.
No podría hacerlo.Vive en un mundo de calma
donde mi presencia es
como la interrupción de un soplo
que hace al carrillo de viento
avisarle a la luna que su visita está aquí
y que baje a enamorarla.Yo, surgida de un capricho de la brisa
para que los ángeles en los ojos
de ese ser tempestuoso,
miren hacia bajo y descubran
que he estado queriendo ser
un barato atrapasoles bendecido
por su resplandor y soltar el brillo
de su existencia por mis ojos.Yo, sin nada más que un costal de suspiros,
envenenada por la envidia,
anhelando la fortuna de la luna
por ser admirada por él
incluso siendo opaca y no tener luz propia.Pero él no lo entiende.
No podría hacerlo.