No merezco nada. Nada para mantener, nada para recibir. No entiendo mi piel, ni sus maltratos, ni sus manchas. No entiendo lo que recibo, pero lo tomo, obstinadamente, como si no lo quisiera, lo arrebato y no siento nada. Quiero valorarlo todo, el tiempo, la calma, incluso el ruido, pero simultáneamente estoy tan sola y torpe, solo me animo a lo pasajero, a lo que es de a mentiras, a lo que solo está en mi cabeza. Tengo miedo de esta mente soñadora. No me deja vivir. Me encarcela, me tortura y se aprovecha de mi repudio a la realidad, de mi incapacidad de no tenerlo todo. Nada. No tengo nada. Estoy escapando y no tengo nada. Me estoy matando y no tengo nada. Nada de conocimiento, nada útil, nada que sea verdad. Voy a morir y voy a ser esta. Voy a desaparecer sin huellas, sin reconocimiento, sin compromiso, sin comprensión. Voy a convertirme en polvo, me perderé en el viento, y seguiré siendo nada.