Hot Rock (Dentro de Mi II)

7- El beso que me diste (con Shannon Hoon)

Empujaba el carrito de compras por el supermercado mientras miraba la lista. La cabeza me dolía desde que había bajado de la camioneta y simplemente sentía que no quería estar en ese lugar, por otro lado, solo que mi cabeza dejara de dolerme.

Mi apariencia era la de una mujer gris, de unos 60 años. Mi cabello enmarañado, mal recogido, algunos mechones me caían por encima de los hombros, mis grandes anteojos, zapatillas gastadas, unos jeans grandes e igual de gastados que mis zapatillas, una camisa con pequeños pájaros y finalmente mi imagen entera, una que gritaba que estaba abandonada en miles de aspectos. De a momentos me cruzaba con otras mujeres muy bellas, con calzas más que ajustadas, su cabello muy bonito suelto, maquilladas, quería verme como ellas pero no sabía exactamente como. Kayne solo me daba dinero para las compras justas y necesarias y nada más. Mientras él se compraba ropa en grandes tiendas, yo me vestía con ropa de ferias de garaje. "Si quieres dinero, deberás tener la casa más arreglada que esta pantomima de limpieza" era lo que solía decir constantemente la persona con la que llevaba diez años de casada pero era como estar matrimoniada con la nada misma.

"Las cervezas" pensé antes de darme la vuelta. Si regresaba a casa sin cervezas, el lío iba a ser enorme. Me diría que era una inútil buena para nada y se iría a un bar hasta el día siguiente. Sinceramente, odiaba eso. Odiaba la vida que tenía, ya no la quería más.

En cuanto giré el carro, choqué con el de él. Pedí perdón con la miraba baja y cuando lo vi directamente al rostro, quedé paralizada. Inmediatamente los recuerdos vinieron a mi mente.

Era la época de preparatoria, cuando no era la ñoña que parecía ser ahora. Rebelde, con mis cabellos de colores, mi atuendo extremadamente grounge. Solo tenía tres amigos por esa época, Sid y Shannon. Sid era más del punk y Shannon era un hippie raro que escuchaba de nuestra música también, pero como todo se orientaba al rock y éramos los únicos con buenos gustos musicales, nos hicimos buenos amigos casi al instante. Al tiempo, Sid se fue con sus padres a otro estado, despedirnos de él nos costó, porque siempre éramos los tres contra todo el sistema del cual formábamos parte, nos defendíamos, hacíamos desastres juntos, pero nunca nos habían reportado ni siquiera tuvimos líos con la policía y nuestros compañeros nos invitaban a sus fiestas sin ningún problema, más allá de que siempre estuvieran los idiotas que se creían geniales por ser como los demás y molestarnos con sus estupideces.

Shannon a pesar de su atuendo y sus manías, era deseado por todas las chicas de la preparatoria. Algunas intentaban ser mis amigas para poder llegar a él más fácilmente pero nunca lo lograban.

En una noche donde el otoño comenzaba a hacer frescas las noches, Shannon fumaba y se burlaba conmigo de algunas situaciones en el lugar. Estaba cruzada de brazos con algo de frío. Él se quitó la chaqueta y me la pasó por detrás de la espalda cubriéndome hasta los brazos.

—No era necesario que lo hicieras. Estoy bien, es solo un poco de fresco.

—No te preocupes. Veme, tengo una camisa, una remera, estaré bien.

Cuando íbamos de regreso a mi casa, me quité su chaqueta y cuando se la iba a devolver quedó mirándome como jamás antes lo hizo. Me acarició la mejilla. Sentí su mano tibia.

—Estás helada. Tienes que entrar.

—Si, pero ten. No voy a quedármela. Es tu chaqueta favorita y la amo, pero es tuya.

—De acuerdo —sonrió y se quedó mirándola un instante para volver su mirada hacia mi.

El silencio entre ambos solo era interrumpido por alguna lechuza. En menos de lo que me di cuenta, había tomado mi rostro y sus labios tocaron los míos. El beso se intensificó cuando apoyé mis manos en su cintura. Sabía a tabaco y a cerveza, no era agradable, pero era un beso increíble. Su lengua tocó la mía y lo acepté. El mejor beso de mi vida me lo estaba dando mi mejor amigo, el único que me había quedado. Cuando se separó de mi, saludó a penas con un "te veo mañana" y mi corazón latía tan rápido que me zumbaban los oídos.