La Jaula de Matilda

Introducción

Mi nombre es Matilda Sánchez, tengo 21 años.

Estudio Filosofía y letras en la Universidad de Barcelona.
Nací en Mexico pero hace 4 años me mudé en un intercambio a esta ciudad.
Soy un poco callada pero aún así he logrado conocer algunos buenos amigos; Leticia, Rulo o Raúl, Sonia y Carlos.
Vivo con Leticia como roomies en un piso cercano a la universidad.
Mis padres me mandan dinero cada semana desde México para mis gastos.
No he salido con ningún chico desde hace más de un año. Pues por el momento no me interesa ninguna relación.
Me gusta escuchar música, ir al cine, me fascina cocinar y sobre todo me encanta leer.
El día de hoy a Leticia se le ocurrió ir a comer algo temprano para después ir al cine, lleva un par de años saliendo a escondidas con Raúl pero ella cree que los demás no nos damos cuenta, en cambio Sonia y Carlos ellos si tienen una relación de hace algunos meses para acá.
Decidí pasar a la librería antes, por lo que alcanzaría a los chicos más tarde en el restaurante La Cachapera, un local de comida Venezolana al cual me encantaba ir y a Leticia también.
Leia un par de libros que me habían recomendado en la universidad sobre filosofía, cuando un desconocido se me acercó.
-He leído ese libro y me ha encantado.
-¿En serio? Y.. ¿me lo recomiendas?
-Claro -dijo sonriendo.
Ese chico era demasiado guapo para ser real.
Además pues era lector asiduo, pues ese libro que sostenía en ese instante no era un libro tan reconocido.
-Me llamo Jacinto, ¿y tu?
-Matilde, mu.. mucho gusto -le respondí mientras tartamudeaba de los nervios.
-Mucho gusto Matilde; eres de México, ¿verdad? -me pregunto haciendo una sonrisa algo más que seductora.
-Pues por aquí nos seguimos viendo entonces. ¡Chao! -me dijo mientras se perdía entre los estantes de la biblioteca.
El chico me dejó por un minuto sin habla. Seguí hojeando aquel libro pues estaba segura que lo llevaría a casa.
Se que he dicho que no me interesaba ninguna relación, pero olvídenlo por un momento.
Saliendo de la biblioteca noté que se me hacía un poco tarde y ya tenía un par de mensajes de Leticia.
Trate de apresurarme tomando un atajo por un callejón. Al faltar un par de minutos para llegar, algo sucedió.
Ese día no llegué a la cita.

Pues a alguien se le ocurrió secuestrarme.