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Había pasado una semana desde mi cumpleaños.

Mamá no sabía nada de mi relación con Hazel (Qué aun no era nada oficial). Y cuando fuera el momento le diría, la enfrentaria.

— ¡NIÑAS, BAJEN!. — Grito mamá.

Al bajar junto con Min, vimos a mamá sentada en la mesa con Ronald atrás de ella parado... Eso me preocupo.

— ¿Paso algo?. — Pregunte.

— Siéntense niñas. — Dijo Ronald, quien parecía más sereno que mamá.

— El contrato con el socio que te dije el día de su cumpleaños Lincy, George, ya esta firmado.

— ¿Eso que no es bueno?.

— Su madre esta preocupada porque tenemos que irnos dos semanas para arreglar los detalles de la organización.

— Será un viaje de dos semanas a Suecia, ¿Podrán estar dos semanas solas?.

— Sara Witte, ya no somos unas niñas, podemos sobrevivir sin ti dos semanas. — Hablo Mincy.

— ¿Lo ves, cariño? No tenemos de que preocuparnos.

— De acuerdo... — Suspiro mamá. — No quiero que pongan la casa patas arriba. — Amenazó.

— ¿Cuando se van?.

— El viernes. — Dijo Ronald.

— Es pasado mañana.

— Nos avisaron de último momento que necesitarían nuestra ayuda.

Eso está bueno ¿No? Dos semanas de tranquilidad y paz en la casa.

[…]

Estaba guardando mis libros en la taquilla para después ir a almorzar con las chicas.

— Hola, preciosa.

Al alzar la mirada vi que era Jeff, inmediatamente todo mi cuerpo se contrajo de miedo. Me había acorralado contra las taquillas.

— Pero no me mires así, pareces un cachorro asustadizo. — No podía hablar, las palabras se me atoraron en la garganta. — ¿El gato te comió la lengua? Dime, linda, ¿Viste a Isa?.

Estaba aterrorizada, solo podía recordar todo lo que paso en la fiesta. Me faltaba nada para soltarme a llorar.

— ¡¿Qué haces?!. — Mis ojos se iluminaron al ver a Hazel. Me separe de Jeff y fui corriendo con ella para ponerme detrás. — Te lo advirtió Jeff, ponle una mano enzima, tocale un solo cabello y estas muerto.

— ¿Quien te crees que eres para amenazarme? Deja de meterte Hazel, solo arruinas nuestra diversión, ¿No Lincy?.

— ¡Soy su novia, imbécil!. — Hazel le soltó un puñetazo y luego una patada en los testículos. — Vámonos.

Tomo mi mano y me saco de ese lugar. Me llevo a las canchas, debajo de un árbol y puso su chaqueta en el piso para que me sentará.

— ¿Estas bien?.

— Y-yo... No quiero que me toque. — Dije con la voz quebrada a nada de llorar.

— Ey, ey, ey, ese idiota no te va a poner un sola mano encima mientras esté yo.

— ¿Y si no estas?... — Pequeñas lágrimas se deslizaron por mis mejillas.

— Siempre estaré, nunca te dejaré sola. — Me abrazó. — Lincy...

— ¿Mmm...? — Conteste sorbiendo mi nariz.

— Tienes que hablar de lo que paso.

— P-pero... Yo...

Señorita PerfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora