𝐊𝐎𝐎𝐊𝐓𝐀𝐄 | "Del odio al amor hay un destino oculto"
En el bajo mundo controlado por mafias, Kim Taehyung, un omega dominante es obligado a un arreglo matrimonial para conservar la paz de su familia y sus negocios. Pero todo cambia cuando sus i...
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Jungkook nunca había visto a un omega tan feroz como al que tenía enfrente, físicamente era más alto que la mayoría de su género y con un poco más de masa muscular, podría pasar desapercibido como un beta cualquiera, pero sus feromonas no podían esconder la realidad. Observó con atención sus ojos color miel, a pesar de ser un color común en el mundo notó un ligero brillo dorado que los hacía sobresalir, rodeados de una mirada fría y en alerta. Creyó ya haberlos visto en alguna parte, una tez ligeramente bronceada y cabello castaño en movimiento, era un rostro bello y digno de admirar.
Taehyung, sentía sus piernas temblar ante la presencia del alfa dominante, lo observó fijamente y sintió su corazón latir con fuerza y rapidez, su tez pálida y ojos obsidianos lo dejaron inmóvil por unos segundos, sabía que había algo mal. Tomó su chaqueta y caminó con las fuerzas que aún tenía, pasando por su lado pero el contrario lo detuvo agarrándolo de la muñeca.
"¿Necesitas ayuda, pequeño?" dijo el alfa aún en inglés, al notar como el omega arrastraba un poco sus pies.
"¿Pequeño?!" Quisó voltear a golpearlo por haberlo tocado, pero al alzar la vista notó el aura que emanaba el hombre, alguien que denotaba dominancia en todas sus letras, aunque a simple vista midieran prácticamente lo mismo de altura, el alfa le ganaba en complexión.
El término "pequeño" lo molestaba, lo sentía como una debilidad que le desagrada, pero en este caso le hacía alusión "Suéltame".
Con brusquedad, tiró su muñeca soltando su agarre y salió a pasos ágiles. Notó como tres alfas lo rodearon al llegar al ascensor, de nuevo poniéndolo histérico. Esto ya se estaba saliendo de su control.
"Pust' eto proydet [ Déjenlo pasar ]" ordena Jungkook, sus hombres lo siguieron y abrieron paso a Taehyung quién los miraba en guardia. Para su suerte las puertas doradas se abrieron, sintió sus pulmones respirar en paz al ingresar una vez que la puerta se cerró.
"Gospodi, eta omega... [Señor, ese omega ...]"
"Descubre quién es y su habitación después de la reunión" agregó por último, para luego ingresar al ascensor siguiente junto a los demás, quienes permanecieron con cierta duda pero prefirieron guardar silencio.
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