XXXVI

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"Confirmaré su visita a la clínica enseguida, señor" Han indica en voz neutra de pie al lado derecho del escritorio oscuro

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"Confirmaré su visita a la clínica enseguida, señor" Han indica en voz neutra de pie al lado derecho del escritorio oscuro. Puede ver el asentimiento en silencio de su jefe sobre la silla, el azabache mueve la mano en señal de poder retirarse al acabar con su mandato específico.

Han se voltea a verlo una vez más antes de salir, puede percibir rastros de preocupación desde su lugar, cuando los oscuros ojos de su jefe se mueven, Han no duda en retirarse sin interrumpir más su preciado tiempo.

Jungkook recarga su espalda contra el respaldo de su sillón, su suspiro pesado evidencia una indiscreta intranquilidad que intenta disipar tocando los gemelos de oro abrochados en los puños de su camisa.

Da un vistazo a la hora, la comisura de sus labios da un estirón al ser previamente informado de la llegada de Taehyung al trabajo, no habían pasado más de cuatro horas para que el castaño completara su recuperación con efectividad. La terquedad en el omega parecía darle la contraría hasta en lo más mínimo.

El azabache embosca una sonrisa recordándolo todo.

Su despertar en circunstancias que buscó, el pequeño omega que encontró reposando a su lado como una figura de divina expresión. Su desenfreno cada vez más perdía los límites cuando se trataba del castaño.

Preguntándose en esa misma cama: ¿Qué me has hecho, omega?

Se extrañaba ante sus propias y nuevas actitudes, su orgullo no podía hacerle frente ahora cuando se descubría a sí mismo pensando en él en los momentos más inoportunos del día.

Una atracción y tentación, hasta una cierta debilidad ahora descubierta. La capacidad de enloquecerlo con extravagancia y poco control, contradiciendo todo lo que le habían enseñado con violencia y mucha sangre.

«Con un fin naces y con uno mueres, tu existencia se radica en continuar el linaje y no dejarlo caer, vive solo y únicamente para ese fin. De no poder, condénate a morir como el ser inservible que eres.»

Esas entre más palabras de su difunto padre estaban marcadas no solo en su mente, si no en su cuerpo. Siendo una batalla diaria sobrevivir hasta en su hogar, lo que todo niño debería considerarlo como su lugar seguro, Jungkook lo veía ensangrentado y pudriéndose en el dolor y soledad. Su vida misma.

Ahora un rayo de luz lo iluminaba y lo cambiaba a lo desconocido, lo obligaba a adaptarse. Lo hacía incomprenderse y hasta olvidar sus verdaderos objetivos condensando sus propias actitudes y sentimientos de posesión, una sensación que crecía día a día como un ser. Su lobo salvaguardaba el sentimiento a la fuerza como si se fuera a desvanecer...

Sus pensamientos son interrumpidos cuando tocan a su puerta anticipadamente, uno de los guardaespaldas abre la puerta dejando pasar a un viejo alfa parte de la junta ejecutiva, ahora su pacífico momento en soledad se había acabado desafortunadamente.

Dominancia Extrema | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora