𝐊𝐎𝐎𝐊𝐓𝐀𝐄 | "Del odio al amor hay un destino oculto"
En el bajo mundo controlado por mafias, Kim Taehyung, un omega dominante es obligado a un arreglo matrimonial para conservar la paz de su familia y sus negocios. Pero todo cambia cuando sus i...
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"Duele... e-es demasiado" Taehyung jadeaba contra los labios del alfa, su cuerpo estaba sudando, había pasado pocas horas durmiendo pero lo primero que hacía al abrir los ojos era buscar el cuerpo del azabache, como si estuviera hipnotizado.
El omega no media su límite, su cuerpo ya no soportaba más embestidas, por lo que Jungkook se detenía al verlo llorar de nuevo pero como un animal Taehyung volvía suplicarle que lo tomara a la fuerza, los omegas dominantes eran intensos en el sexo, su celo podría dejar hasta a un alfa promedio inconsciente.
"Sigue~" escondió su rostro sonrojado en las almohadas mientras su entrada succionaba el miembro de Jungkook. "No te detengas".
Volvió a embestirlo con fuerza, sus gemidos querían ser silenciados pero no lo lograba, tocaba los puntos que le gustaban con cada movimiento que hiciera, era emocionante verlo en ese estado. Un omega que desde un principio mostró repulsión hacia él hasta intentar matarlo. No podía negar que sus cuerpos se conectaban a la perfección. La química que tenían era indiscutible a pesar de que el castaño no esté en sí.
Jungkook tomó con fuerza su cintura dejando marcadas ambas manos en su piel, logrando más profundidad como quería, Taehyung volvía a venirse soltando un grito ahogado.
"Tus ojos... me gustan" murmuró el castaño regulando su respiración agitada, Jungkook vió una mirada en el omega que no había visto en éste hasta ahora.
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Como si su mente le hiciera un llamado a la razón, Jungkook volvía a despertarse. Perdió la cuenta de las veces que Taehyung lo molestaba al dormir. Apretó la mandíbula al sentir su miembro palpitar. Se asomó un recuerdo cuando empezaban sus celos en la adolescencia, era un descontrol total de su persona. No importará quién fuera o dónde fuera, se acostaba con incontables betas y omegas cuando quisiera.
Nadie podía detenerlo ni siquiera su padre, el hecho de ser dominante complicaba su situación, el instinto era más fuerte. Sus acompañantes nunca lo satisfacían por su fuerza incontrolable y pocos sobrevivían a su celo.
A los dieciocho años cuando se presentó a la sociedad como un alfa dominante, algunos alfas de su círculo social obligaban a sus hijos a acostarse con él para destinar una unión política, querían recibir su mordida y asegurar un futuro prometedor.
