¿Por qué?

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Si realmente hubiera un lugar para mí esperaba fervientemente que fuera aquí.
Pero cada vez los pasos se hacían más pesados y las lágrimas derramadas empezaban a volverse lodo, ese ardor en mi pecho ya era costumbre y descansaba cuando llegaba a esa solitaria casa escuchando una risa haciendo eco, siempre llevándome al lugar dónde antes estaban tus cosas.
Me agarraba el pecho con la esperanza de apaciguar el golpeteo emocional de mi corazón y tragando las lágrimas, ahogandome con el nudo en mi garganta.

susurros y cuentas cortadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora