Capítulo 2

408 25 10
                                    


Ernest Becker.

Dos año después.
20 de septiembre.

Paso mi mano por mi rostro y suelto un suspiro cansado, todo mi cuerpo está casando tanto físicamente como emocionalmente, recuesto mi espalda contra el respaldo de la silla, mi celular vuelve a sonar y otra vez no contesto la llamada, cierro los ojos un momento.

Luego de unos minutos siento un beso en mi mejilla que me hace sonreír a pesar de todo el cansancio acumulado de la semana.

-Perdón que te hice esperar.

Los ojos grises de Anastasia me ven con cariño.

-Acabo de llegar apenas ¿Cómo estás, Nastia?

Anastasia arruga su nariz con molestia.

-El profesor de farmacología cada vez se pone peor, no le gusta la exposición de nadie, ni siquiera del que es el más listo del salón.

-No me extraña de ese viejo.

-Shh no le digas así, aún estamos cerca de la universidad y alguien puede escuchar y decírselo.

-No seas paranoica, pero si nadie gana la exposición entonces si deben hablar ya que ahí está fallando el y no ustedes.

-Ya andamos en eso ¿tú cómo estás?

-Cansado, las prácticas en el hospital estuvo pesado, pero de ahí estoy bien.

Mi celular vuelve a sonar, llamando la atención de Anastasia.

-¿Te sigue llamando?

-No a parado, no es como que toda la vida pueda ignorarla.

-¿Estás seguro que ya no la amas?

-Seguro, comprendí que fue solo un amor de niños, para ella y para mi todo fue fácil en nuestra relación ya que vivíamos en la misma casa y tenemos los mismos padres, todo fue una ilusión.

-¿No crees que una relación debe ser siempre fácil?

-La vida no es fácil, el amor mucho menos, si siempre te acostumbras solo cuando todo es fácil ¿Qué pasará cuando se ponga difícil y no sepan qué hacer? Ese fue nuestro caso, lo nuestro se puso difícil cuando entramos a la universidad en diferentes países, pero como al principio todo fue fácil, nos veíamos todos los días porque obviamente vivíamos en la misma casa, obviamente se nos iba hacer difícil alejarnos, pero ella no supo lidiar con eso.

Ella recuesta su mejilla en una de sus manos y me mira fijamente.

-También me doy cuenta que aguanté mucho por ella, tuve muchas inseguridades cuando ella prefería andar con sus amigos que conmigo, no es que no tuviera derecho a tener amigos, pero hay un límite de amistad por respeto a tu pareja.

-Tienes un buen punto pero dime, Ernest ¿serás capaz de verla y asegurar que no sientes nada por ella?

No aparto mis ojos de los de ella, ojos grises un poco más oscuros que los míos, si, viendo esos ojos tengo claro todo.

-Si, seré capaz.

Porque ahora otra mujer ocupa mi corazón, una que a pesar de que hay días que nos podemos vernos siempre me llama y si no contesto me manda mensajes o videos saludándome y deseándome el mejor de los días, una que me cuida cuando tengo gripe aunque esté cansada por los turnos en el hospital.

Quédate Conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora