𝐈𝐈

943 71 80
                                    


Área médica - 12:00 P.M.

─Bueno, señor Karranza, usted está bien, solo unas cortaduras y moretones, pero nada grave ─habló un dálmata terminando de vendar el brazo de uno de sus pacientes con su sonrisa en el rostro─. Usted también está bien, señor Muñoz, solo unos golpes y cortaduras, nada que un buen reposo no pueda curar ─mencionó mirando al otro hombre partícipe del choque.

─Creo que no me equivoco al decir que ambos estamos agradecidos con usted. Muchas gracias, jóven Marshall ─agradeció uno de los dos.

─No es nada, solo hago mi trabajo ─dijo para después reír un poco.

─¡Luciano! ─gritó una mujer corriendo hacia la ambulancia de Marshall y al llegar, abrazó al dueño del coche azul.

─Bueno, hablando de trabajo, ya terminé el mío ─agregó el ojiceleste.

─¿Cómo está él? ─preguntó la mujer.

─El señor Muñoz está bien. No se preocupe señorita, solo necesita reposo ─contestó.

─Entonces, ¿ya puedo irme a mi casa? ─dijo el hombre.

─¡Claro!

Apenas esas personas que parecían ser pareja y el otro hombre partícipe del choque se fueron, el albino comenzó a buscar con la mirada a su mejor amigo, Chase. Pudo percatarse de que estaba en una esquina algo alejada de la gentuza, así que decidió ir con él.

─Hola, ¿qué haces? ─preguntó Marshall mientras se sentaba a su lado─. Te veo algo tenso, o estresado, ¿cómo llevas esto?

─Pues... ─suspira─, intentando averiguar qué fué lo que pasó. Y... La verdad es que sí, lo estoy, me estresa todo esto.

─Bueno, escuché que los hombres testificaron cosas algo importantes, pero no sé con exactitud qué dijeron.

─El señor Muñoz dijo que no pudo ver nada, apenas vió que el auto se aproximaba, intentó frenar y no pudo, al instante del impacto quedó inconsciente ─explicó el mayor mirando al suelo.

─¿Y Karranza?, ¿qué dijo? ─preguntó el dálmata.

─ Él sí dijo más, al poder estar un momento pegado al carro gris, testificó que vió al conductor completamente dormido, me dijo como lucía físicamente y también que hizo una llamada, mencionando droga.

Al escuchar esto último, el menor se quedó recalculando mirando hacia el suelo, al igual que su amigo.

─¿Crees que hay una mafia, Chase? ─rompió el silenció elevando la mirada, haciendo que el otro lo mire también.

─No lo sé... Creo que... ─suspira─. Todo sería más fácil si Ryder estuviese aquí... ¿No lo crees? ─le contestó con la mirada algo desanimada.

Ya habían pasado cuatro años de que Ryder se había ido a terminar sus estudios a California e irse a vivir con su familia y "rehacer su vida", había dejado a cargo al pastor alemán a los dieciocho años, ya que era mayor y podía encargarse de todo, según Ryder.

─Bueno, de seguro que si... Pero ya sabes... ─el mayor bajó su mirada─. Hey... No te frustres, sé que podrás resolver esto, eres una persona super inteligente y mi mayor ejemplo a seguir, te admiro y te tengo demasiado respeto, como cariño. Tú podrás con esto, lo sé ─animó el albino al moreno, este levantó la cabeza y le mostró una sonrisa cálida, como al ojiceleste tanto le gusta.

Sería de un tonto mentiroso decir que el dálmata no está enamorado de su mejor amigo, porque lo está. Y desde hace bastante tiempo. No le gusta ver como el chico que quiere más que a sí mismo se desanima. Le encantan sus ojos cafés achinados con una mirada penetrante pero dulce, su sonrisa tan cálida y reconfortante, su personalidad tan dominante y empática a la vez. Esos pequeños detalles que la gente no ve; a él le encantan. Bueno, dicen que cuando te enamoras, lo haces de cada minúsculo detalle.

𝐷𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟 𝑙𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑒𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜  ── ¡! Paw Patrol Human ¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora