Capítulo XIII

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Había pasado un mes de aquel momento, no volví a las costas.. me reproche día y noche por no volver aunque tuviera motivos no sabía cómo hacerlo, no sé cómo se habrá sentido ella por mi drástica decisión, pero no fue intencional... cuando volví a a la capital por tema de trabajo tenía en claro en qué volvería junto a ella y pasaríamos el resto de la velada juntos.
No se que paso, reaccione a lo que estaría por hacer al volver... que moralmente estaría mal, apenas es una niña... tiene 19 años y yo teniendo 36 no podía hacerle eso
Comencé a pensar bien y decidí no dejarme guiar por mis sentimientos, sino que por la mente aunque dentro mío me gritaba su nombre
No la pude olvidar del todo, fumando peor que antes, y sin poder conciliar el sueño tranquilamente
Mande a unas personas para que cuiden a mi niña, estuvieron siguiéndola y cuidando en todo momento tanto así que pude saber que vino a la capital hace varios días, se donde vive y se donde estudiará y aún tengo guardado su número de teléfono por más que no he enviado ningún mensaje, estoy en las sombras cuidando de ella...Esta ciudad es demasiado grande, Igual si no pueda tenerla me propuse en cuidarla en la distancia, se que ha tratado de ser independiente por si sola pero si ella supiera que encontrar trabajo es más difícil de lo que se imagina
Moví algunos contactos y le dieron un puesto en unas de las tiendas en Patio Bullrich me imagino que le fue extraño porque ella no dejó su currículum en ese Shopping
Quisiera tanto tenerla conmigo, entre mis brazos como la última vez en donde también fue la última donde me sentí totalmente pleno y feliz

Un tal Peaky Blinder Libertario | Santiago Caputo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora