𝐊𝐈𝐍𝐆 𝐎𝐅 𝐌𝐘 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 ━ oscar piastri.

03. off to the races

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—¿Cómo se que no me vas a secuestrar?— Iban dentro de un auto austero, en la parte trasera, y solo se escuchaba el motor y sus voces.

—¿Cómo se que no tienes un arma en tu mochila que tarde o temprano tendré en la barbilla?— Oscar responde defendiéndose.

—Buen punto.

Daisy y Oscar iban camino al circuito, por las calles de Austin. Sabía que Logan amaba este circuito y luego, recordó que no le había contado sobre Daisy.

—Sabes, no se que hago aquí— Daisy comentó—. Digo, en realidad me interesa más el periodismo de tenis y no de la fórmula uno.

Oscar se giro a verla.

—Así que tenis, ¿te gusta?— Intrigado, Oscar pregunta mirándola.

—Si, solía ser tenista.

Oscar sabía a donde iba todo esto, "solía ser tenista pero lo deje por un sueño más realístico". Hasta que Daisy continuó hablando.

—Un estúpido hombre me arrebató mi sueño, pero de todas formas, me gusta más hablar sobre tenis que jugar.

Eso no lo veía venir.

—¿Un hombre?— Oscar preguntó, con toda la intención de saber más—. No se si esa sea la mejor forma de dejar un deporte.

—Bueno, quizá en otro momento no lo hubiese dejado, pero era una niña, y tenía el corazón roto—. Eso respondió todas las preguntas que Oscar tenía—. No pensé que había más opciones.

Era cierto. Ser joven y tener un corazón roto es quizá de las cosas más difíciles de crecer. El saber que las personas que amas no estarán ahí para ti todo el tiempo es difícil. Tomar decisiones, decir adiós, dar un último beso, preferir tu futuro antes que la vida que tienes actualmente, quizá de las cosas más difíciles que le han pasado a Oscar, y entendía perfecto porque Daisy había preferido dejar el tenis para siempre solo por un corazón roto. A veces un corazón roto duele más que no tener el futuro que quieres.

—Lo siento...

Un silencio creciente entre ambos aparece, pero no porque no supieran que decir, sino porque cada uno estaba un poco perdido en sus pensamientos.

Oscar era casi un sueño para Daisy, y no se imaginaba que alguien lo viera como alguien común, como alguien a quien puedes rechazar, pero al mismo tiempo, ella sabía que tenía que rechazarlo, o saldría herida.

Llegaron al circuito justo a tiempo; Daisy y Oscar se tuvieron que separar. Liana, la manager de Oscar le indicó a Daisy a donde ir.

—¿Cómo te llamas?— Liana pregunta mientras caminaba con Daisy.

—Daisy— ella responde—. ¿Ha habido otra que se llame igual?

—¿Disculpa?— sorprendida, Liana para en seco y mira a Daisy.

—Digo, seguro que no soy la única chica que Oscar ha invitado.

—¿De que hablas? Claro que no. Oscar es muy serio, sólo se preocupa por su rendimiento en la pista. Tranquila.

Liana era bajita, rubia, bonita e inteligente. Saludaba a todos los que caminaban al lado de ella, parecía simpática y amable.

—Sabes, es raro que Oscar invite a alguien que no son sus hermanas o sus papás—. Liana habla—. El es muy reservado, pero no misterioso. Es casi como mi amigo.

Daisy no pudo evitar sonreír. Había algo en Oscar que lo hacía ver joven y divertido. No era el tipo de chico que no hablaba para nada porque se quería hacer el misterioso, pero tampoco compartía demás sobre su vida, y se notaba.