Capítulo 6

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—Déjame entender —Jake asienta la quijada en su puño mientras vacía su sexta copa de vino. Ambos tenemos la mente un poco ensombrecida por el alcohol, así que no me sorprende su interrupción para poder digerir todo lo que le he contado hasta el momento— ¿Me estás diciendo que no han tenido nada de nada? ¿Solo pura platica sugestiva, tensión sexual y ya? —Jake se mira genuinamente sorprendido mientras asiento con la cabeza— ¿Cómo? —abro la boca para darle una respuesta, pero me interrumpe de inmediato—. Es que no puede ser. ¿Qué pasó con la Leila atrevida no-me-importa-romper-tu-corazón?

La carcajada que me sale sin aviso me sorprende. Niego con la cabeza. No me toma desprevenida el concepto en el que Jake me tiene. Después de todo, él forma parte de mi lista, lo que lo convierte en mi ex, así que sabe cómo funciono en ese ámbito de mi vida.

—Me pone nerviosa —admito mientras dejo mi copa vacía y determino que no voy a tomar más vino en lo que queda la noche. Debo trabajar en unas cuantas horas más y la resaca del vino no es nada agradable—. No puedo ni ponerle un dedo encima porque literalmente nos recorre una corriente extraña y nos hace saltar lo más lejos que podamos —me encojo de hombros—, así que lo que hacemos es conversar, salir a comer...—dejo la oración en el aire—tener relaciones con otras personas —suelto un suspiro, en gran parte porque ya no sé qué más decir, pero también porque siento un peso enorme dejar mis hombros. Es bueno tener con quien conversar sobre Judas y no morir en el intento.

—¿Entonces sigues siendo una desalmada, pero no con Judas? —me mira sonriendo de oreja a oreja.

—No soy una desalmada, Jake —pongo lo ojos en blanco—. Solo no me gusta continuar una relación en la que no le veo ningún futuro o sentido —encojo mis hombros y pego mi espalda al respaldar del sillón.

—¿Quién fue el último chico con el que saliste? —muerdo el interior de mi labio inferior. Sabía que esta pregunta iba a llegar y más aún con él.

—Larry —susurro.

—¿Qué número es en tu lista? —me mira intrigado.

—¿Para qué quieres saber eso? —él se encoje de hombros—. No es necesario que sepas esa información —me rio un poco para disimular la incomodidad que me genera este tema.

—¿Información clasificada? —dice él y yo solo asiento—entonces, ¿puedo saber mi número?

Mis ojos se mueven por mi sala y se posan en la lengua de suegra que se encuentra en una esquina. No contesto nada porque no sé qué hacer. Mi cerebro, un poco ebrio, me dice que solo le diga el bendito número y ya, pero mi corazón de pollo me dice que ni lo piense. De todas formas, ¿para qué quiere saber? ¿Quiere saber a qué lote pertenece? Dios, eso suena muy mal.

—Una dama no tiene memoria —digo y después de un silencio de como dos segundos, ambos dejamos salir las carcajadas. Se nota que ya estamos ebrios. Espero a que se nos pase el momento chistoso de la noche y se haga el silencio. Cuando Jake me mira de nuevo con sus ojos brillosos por las pocas lágrimas que le quieren salir por la risa, digo—: Eres el número siete.

Jake solo asiente, agarra mi mano y deposita un pequeño beso en el dorso.

—Gracias —susurra—, ya me voy a poder casar en paz —. Pongo los ojos en blanco y le sonrío. Sigue siendo el mismo dramático de siempre.

—Bien —quito mi mano de las suyas y me pongo de pie—, es momento de ir a dormir. ¿Te vas a quedar?

—Claro que no —dice mientras se levanta—. Tengo un prometido esperando por mí para tener sexo delicioso —arrugo la nariz.

—Mucha información que no necesito saber —digo sin quitar mi cara de asco.

—Envidias aquí no —dice mientras me guiña un ojo y se ríe.

Diecinueve díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora