Capítulo XXXVIII: Mar.

2.2K 78 11
                                    

Yo lo miro atónito.

Hugo: Pero no le digas a nadie, ni siquiera Fernanda sabe —dice mirándome fijamente—

João: Mi madre —digo sonriendo, mientras paso mis manos por mi cabello —. ¿Ni siquiera le has dicho a mamá? —lo miro fijamente—.

Hugo: No —ríe leve cabizbajo—. Ya se lo diré —sonríe de lado—

João: Sabes que te apoyo en todo bro —chocamos manos—

Hugo: Lo sé —sonríe—...Luego de decírselo a mis padres y ha Fer, firmaré el contrato. Ya todo está listo —dice neutro—

João: ¿Y qué harás con Fer? —pregunto serio—

Espero y no le rompa el corazón.

Hugo: ¿Recuerdas que te dije que había hablado con Fer sobre vivir juntos? —yo asiento—. No le dije en dónde íbamos a vivir, aunque ella está segura que será en España... Luego de estos días, cuando regresemos a España, le contaré sobre mi contrato... De ella depende —dice serio—

João: No seas egoísta Hugo ¿Piensas que para ella será fácil? —pregunto serio, mirándolo fijamente—

Hugo: Sé que no...Pero Fernanda puede comenzar nuevamente en otra cuidad. En España no tiene nada que la detenga, a excepción de Keila...Y en algún momento sus vidas iban a tomar rumbos diferentes. No pueden pasar toda su vida juntas.

No digo nada, solo lo miro sin ninguna expresión en mi rostro, mientras hago contacto visual con él.

Keila:

Keila: ¿No piensan llegar nunca? —digo cansada de tanto esperar—

Fer: Si fuera un medicamento, ya nos hubiésemos muerto —dice riendo—

Yo rio.

Iba a hablar, pero la puerta de la habitación abriéndose me interrumpe.

Habían llegado los chicos.

Keila: Pensamos que no llegarían nunca —digo levantándome de la cama—

Hugo: La comida duró más de lo que pensamos —sonríe de lado—

Keila: Vamos a comer en el balcón, allí hay una mesa —digo, dirigiéndome al lugar—

Todos aceptaron mi propuesta, y terminamos cenando en el balcón. La vista era hermosa.

Keila: Que lindo —digo con una sonrisa, admirando todo a mi alrededor—

Fer: Es increíble que desde aquí se vea el Cristo Redentor —dice sonriente—

João: ¿Les gustaría ir al Cristo Redentor?

Ambas asentimos como niñas pequeñas.

João: Iremos —sonríe mirándome—.

Yo sonrío ampliamente, y lo tomo de las mejillas para darle un beso.

Hugo: Estamos niños en el lugar por favor —bromea—

Todos reímos.

João: No creo que los niños hagan las cosas que vosotros hacéis —dice burlón—.

Hugo y Fer ríen a carcajadas.

Fer: No diré nada al respecto —dice riendo, cruzándose de brazos—

Keila: Sí. Come mejor —digo riendo, y le señalo su plato—.

(...)

Luego de la cena, Hugo y Fer se fueron a su habitación, dejándonos solos a João y a mí.

Bonitos  [João Félix ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora