Yo lo miro atónito.
Hugo: Pero no le digas a nadie, ni siquiera Fernanda sabe —dice mirándome fijamente—
João: Mi madre —digo sonriendo, mientras paso mis manos por mi cabello —. ¿Ni siquiera le has dicho a mamá? —lo miro fijamente—.
Hugo: No —ríe leve cabizbajo—. Ya se lo diré —sonríe de lado—
João: Sabes que te apoyo en todo bro —chocamos manos—
Hugo: Lo sé —sonríe—...Luego de decírselo a mis padres y ha Fer, firmaré el contrato. Ya todo está listo —dice neutro—
João: ¿Y qué harás con Fer? —pregunto serio—
Espero y no le rompa el corazón.
Hugo: ¿Recuerdas que te dije que había hablado con Fer sobre vivir juntos? —yo asiento—. No le dije en dónde íbamos a vivir, aunque ella está segura que será en España... Luego de estos días, cuando regresemos a España, le contaré sobre mi contrato... De ella depende —dice serio—
João: No seas egoísta Hugo ¿Piensas que para ella será fácil? —pregunto serio, mirándolo fijamente—
Hugo: Sé que no...Pero Fernanda puede comenzar nuevamente en otra cuidad. En España no tiene nada que la detenga, a excepción de Keila...Y en algún momento sus vidas iban a tomar rumbos diferentes. No pueden pasar toda su vida juntas.
No digo nada, solo lo miro sin ninguna expresión en mi rostro, mientras hago contacto visual con él.
Keila:
Keila: ¿No piensan llegar nunca? —digo cansada de tanto esperar—
Fer: Si fuera un medicamento, ya nos hubiésemos muerto —dice riendo—
Yo rio.
Iba a hablar, pero la puerta de la habitación abriéndose me interrumpe.
Habían llegado los chicos.
Keila: Pensamos que no llegarían nunca —digo levantándome de la cama—
Hugo: La comida duró más de lo que pensamos —sonríe de lado—
Keila: Vamos a comer en el balcón, allí hay una mesa —digo, dirigiéndome al lugar—
Todos aceptaron mi propuesta, y terminamos cenando en el balcón. La vista era hermosa.
Keila: Que lindo —digo con una sonrisa, admirando todo a mi alrededor—
Fer: Es increíble que desde aquí se vea el Cristo Redentor —dice sonriente—
João: ¿Les gustaría ir al Cristo Redentor?
Ambas asentimos como niñas pequeñas.
João: Iremos —sonríe mirándome—.
Yo sonrío ampliamente, y lo tomo de las mejillas para darle un beso.
Hugo: Estamos niños en el lugar por favor —bromea—
Todos reímos.
João: No creo que los niños hagan las cosas que vosotros hacéis —dice burlón—.
Hugo y Fer ríen a carcajadas.
Fer: No diré nada al respecto —dice riendo, cruzándose de brazos—
Keila: Sí. Come mejor —digo riendo, y le señalo su plato—.
(...)
Luego de la cena, Hugo y Fer se fueron a su habitación, dejándonos solos a João y a mí.
ESTÁS LEYENDO
Bonitos [João Félix ]
Romansa¿Quién podría pensar en rechazarle un autógrafo a uno de los jugadores de fútbol más famosos? Nadie lo haría. Pero ¿De que le serviría a Keila tener un autógrafo de alguien que ni siquiera conoce? Para ella era como tener un papel más. Lo que no sa...