A pesar de la separación geográfica que imponía la vida universitaria y las crecientes responsabilidades profesionales, Carlos y Amalia se dieron cuenta de que la fuerza de su conexión era más grande que cualquier distancia física. Mantuvieron viva la llama del amor a través de cartas, mensajes y visitas ocasionales.
En uno de sus saltos temporales, Carlos vislumbró un momento en el que él y Amalia se encontraban en una pequeña cafetería de Quito, compartiendo risas y confidencias como en los viejos tiempos. Inspirado por esta imagen, organizó una sorpresa especial: envió a Amalia una caja con productos típicos de Ecuador, incluyendo café fresco y chocolates exquisitos. La sorpresa llenó de alegría el día de Amalia y reforzó la idea de que su amor trascendía las distancias.
Los amigos de Carlos también seguían siendo parte importante de su vida. Aunque dispersos en diferentes lugares, mantenían su vínculo a través de llamadas de video y encuentros esporádicos. Juan, Gustavo y Luis, junto con los intereses románticos del pasado, seguían siendo una parte esencial de la historia, con sus propias vidas en constante evolución.
Carlos y Amalia continuaron enfrentando desafíos profesionales y personales, pero siempre encontraban tiempo para compartir sus logros y apoyarse mutuamente en momentos de dificultad. La narrativa revelaba que el amor verdadero no solo se nutre de los momentos felices, sino también de la capacidad de apoyarse en los momentos difíciles.
El tiempo avanzaba, y Carlos y Amalia se acercaban al día de su boda, el evento que había sido un faro en su viaje a través del tiempo. A pesar de los obstáculos que habían enfrentado, la promesa de un futuro juntos seguía siendo el motor que impulsaba su relación.
El lector, inmerso en esta travesía a través de los años, seguía con interés cómo Carlos y Amalia mantenían viva la chispa del amor a pesar de la distancia, preguntándose cómo esta historia única se desplegaría en su desenlace.
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Mi esposa es la chica bella del colegio
RomanceCarlos, un estudiante de último año de secundaria en un pequeño colegio en Ecuador, llevaba una vida común y corriente. Sin embargo, tenía un don extraordinario: cada vez que cerraba los ojos y caía en un profundo sueño, se encontraba proyectado en...